El motivo de la presente es hacerte llegar la lista de regalos para este año. Igual te extraña porque de un tiempo a esta parte era de buen conformar «tráeme lo que te parezca», más que nada porque total, eso haces. La de años que estuve pidiéndote una muñeca andadora y tú, dale con los pizarrines y los cuadernos para la escuela.
Pero esta vez he preparado lista de cosas. No exactamente para que me traigas, sino para que te lleves. Este año te pido que te lleves: las banderas de la imposición, las ingerencias y la represión, sean rojiblancas o blanquiazules, lleven barras y muchas estrellas, solitarias estrellas de David o coronadas águilas imperiales. Que no, que las telas sólo no; también lo de enfrente, debajo y detrás. También, que te lleves a los torturadores, a todos. Y a los que niegan que la tortura existe. Igual, a éstos primero, porque sin ellos los otros lo tendrían mucho más difícil.
Que te lleves a los carceleros y a su triste equipaje de ruindades y saña, abusos y arbitrariedades, represión y venganza. Y también el sumario 18/98 y otros sumarios más que te detallo en documento adjunto porque aquí no me caben. Y la ley de partidos, y el código penal nuevo. Bueno, las leyes españolas te las puedes llevar todas de aquí. Y los que se tienen que ir y no se van, pues también te los llevas. Cuanto antes, si puede ser.
Ya sé que pensarás que mejor si hubiera pedido una videoconsola, una bufanda o el último libro de Toti. O aunque sea, un portátil. Que vaya marrón y que si te llevas todo eso, a ver qué haces luego y dónde lo dejas. Pues hombre, a mí ya se me ocurren un par de soluciones, pero no están las cosas como para ponerse a ejercer la libertad de expresión sólo porque los villancicos machacones nos quieran hacer creer que la de hoy es una noche de paz.
Pero piensa que si te lo llevas todo, el año que viene podrás salir por todos los barrios y pueblos de Iruñea, sin pagar fianzas de miles de euros, sin tener que mirar a todas partes a ver si hay que salir corriendo y ya no te secuestrarán más ni en Areso ni en ninguna otra parte. Y ya no nos entrará la risa floja cuando oigamos eso de «noche de paz». Y el año que viene nada más te pido el portátil.
Y por último, por favor, llévate lejos el jodido anuncio de «vuelve a casa, vuelve». Porque en esta tierra tuya, que vuelvan a casa es algo demasiado serio, querido y esperado para hacer de ello un reclamo publicitario. Y porque la añoranza de los que no están, el vacío y el infinito frío de su ausencia no se nos pasa, ni ésta ni ninguna otra noche del año, con una tacita de nescafé. -