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Gara > Idatzia > Iritzia > Gaurkoa 2006-12-24
Jesús Valencia - Educador Social
Lejos y cerca

Durante las fiestas navideñas se multiplican por todos los rincones de Euskal Herria las iniciativas a favor de los represaliados. ¿Una blandenguería más, tan propia de esas fechas? Nada de eso. El vínculo con las presas, deportados y refugiadas es más profundo y duradero aunque, también, cargado de humanidad. Por eso, en días tan propicios para la evocación, surge espontánea la movilización a favor del colectivo de gudaris forzadamente ausentes.

La gran mentira

Aunque también pudiéramos hablar del gran fracaso. El poder ­y en esto confluyen muy diversos pode- res­ utiliza frente a la rebeldía vasca dos estrategias complementarias: el griterío o el silencio. Recita un interminable repertorio de ultrajes con los que pretende desfigurar sus vidas y enturbiar sus ideales: los deportados no existen; los refugiados son prófugos de una meritoria justicia; los presosŠ sabandijas que han podido ser detenidas y encarceladas. Seres incapaces de cantar, llorar, sentir o amar; que sólo merecen el rigor y el desprecio. Quienes los persiguen gozarán así de total impunidad. Sus familias, avergonzadas de haber engendrado tales alimañas, renegarán de ellas. Y la sociedad, oportunamente aleccionada, les dará la espalda condenándolas al olvido. ¿Quién se movilizará en defensa de los truhanes?

El Estado y sus incontables apéndices han fracasado. Este discurso, tan falaz como violento, ha conseguido lo contrario de lo que pretendía. Miles de personas se han incorporado al proyecto soberanista y de clase por el que luchan los ausentes. En torno a ellos, la conciencia política crece. Y se aviva un entrañable reconocimiento a compañeras y compañeros que, por defender estos mismos ideales, padecen persecución.

El poder ­malditos poderes de mierda­ dedica ingentes recursos e incontable servidumbre para encu- brir su fracaso. ¿Cuándo habla de la coherencia de los represaliados y de su dignidad? Oculta sus reivindicaciones, minimiza sus luchas, desfigura las razones que las impulsan. El sufrimiento de estas personas no existe y su vida vale menos que un contenedor. La solidaridad creciente en torno a ellos, cuando no puede ser silenciada, queda relegada al rincón más opaco de los informativos. Sus empeños resul- tan patéticos. La militancia vasca no se ha doblegado. Sus familias y su pueblo, tampoco. Las radios y televisiones los ignoran, pero las paredes hablan de ellas. Las instituciones los marginan pero las calles los recuerdan. La iglesia oficial las demoniza pero las comunidades cristianas de base celebran su generosidad. Las familias, sin tomar en cuenta el veneno que se vuelca contra ellas, pasean con orgullo el rostro de sus familiares. Siempre entrañablemente queridos y en estas fechas especialmente recordados. Cuando alguien dice que la sociedad vive de espaldas a los presos están mintiendo.

La gran verdad

En cualquier persona podemos encontrar defectos y también valores. En el caso que nos ocupa, éstos superan con creces a aquéllos. Personas con una elevada sensibilidad puesta a prueba en abnegadas militancias. Estudiosos de la realidad y dispuestos a dar siempre un poco más en su empeño por cambiarla. Conscientes del peligro que corrían y de los riesgos que asumían. Coherentes con sus convicciones llevadas hasta las últimas consecuencias. Entrañables y familiares. Amigos y amantes. Añorando el calor humano y la ternura de su pareja. Pero, al mismo tiempo, dispuestas a renunciar a tan preciados valores por la causa que los requiere. Muchas de ellas podrían haber tenido un futuro profesional brillante. Todos, una casa, una familia, unos ahorros, vacaciones... Son conscientes de que el futuro es largo y sus capacidades personales altas. En el rigor de la cárcel leen con voracidad, estudian, se preparan... Saben que se espera mucho de ellas y quieren estar a la altura de lo que nuestro pueblo les va a demandar.

Quienes han provocado el conflicto de soberanías se resisten a dar pasos en el camino del diálogo. Y justifican su mezquindad trasladando a otros esa misma exigencia. Los presos lo han dado todo, y lo siguen dando con vistas a encontrar una solución compartida y justa. ¿Qué encuentran a cambio? Las balandronadas de los inmovilistas que alardean de mantener ante el conflicto mayor cerrazón que nunca.

La gran tarea

Salimos de una dictadura y nos encaminamos hacia la independencia. Pagando un precio muy alto resquebrajamos el franquismo, desenmascaramos la trampa de la Reforma y nos seguimos enfrentando a todos los brotes fascistas que aparecen aquí o allá .Y, sobre todo, construimos. La independencia no se fragua en un día ni el país se construye en una noche. Nuestra lengua se consolida pasito a paso. La conciencia nacional se expande, la exigencia de soberanía se incrementa. Somos muchos los que un día nos sentimos españoles y ahora nos reclamamos vascos. Las encuestas lo reflejan y la evidencia lo constata. Hoy trabajamos activamente en la gran tarea de consolidarnos como nación soberana.

También nosotros seremos un día independientes y en la galería de los próceres ocuparán lugar destacado todas las personas represaliadas, hoy alejadas pero siempre cercanas. -


 
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