Si en el espacio todo discurrió según había sido previsto en tierra por el Centro de Vuelos Espaciales (CCVE) de Rusia, la nave de carga Progress M-57, que rebosa de basura de la Estación Espacial Internacional (EEI), fue desenganchada anoche para ser hundida en el océano Pacífico. El carguero se iba a desprender de la EEI a las 23.26 GMT (00.26 en Euskal Herria) y, aproximadamente cuatro horas más tarde, sus fragmentos calcinados debía caer en una zona del Pacífico localizada a 5.700 kilómetros al Este de Nueva Zelanda, tal como explicó Valeri Lindin, portavoz del CCVE.No es ésta la primera vez que el océano es utilizado como «vertedero de basura espacial». Es más, en esta zona entre Oceanía y América del Sur, en el paralelo 40 latitud sur, con profundidades marinas de hasta 4.000 metros, Rusia ha hundido durante los últimos cuarenta años más de un centenar de aparatos espaciales.
Lindin aseguró a la agencia Interfax que la basura y la Progress «no representan ningún peligro ecológico» porque la mayoría de esos desechos y la propia estructura del aparato se desintegran en las capas superiores de la atmósfera debido a la fricción.
Desde la semana pasada y hasta el martes, los actuales tripulantes de la Estación Internacional el cosmonauta ruso Mijail Tiurin y sus colegas estadounidenses Sunita Williams y Michael López-Alegría cargaron la Progress con más de una tonelada de desechos y equipos obsoletos. Además, desmantelaron el sistema Kurs, instrumento para el enganche automático con la EEI, que una vez devuelto a la Tierra puede ser utilizado en otros cargueros.
Según indicaron desde el Centro ruso de Vuelos Espaciales, el puerto de amarre en que estaba acoplada la Progress M-57, lo deberá ocupar la Progress M-59, cuyo lanzamiento está previsto para el próximo jueves desde el cosmódromo de Baikonur, en la república de Kazajistán, en Asia Central.
La Progress M-59 es el primer carguero ruso lanzado este año con destino a la EEI. Transporta 2,5 toneladas de carga vital entre combustible, agua, oxígeno, repuestos e instrumentos para experimentos; también lleva contenedores con alimentos, medicinas y objetos personales para Tiurin, López-Alegría y Williams, que son los integrantes de la decimocuarta expedición (EEI-14).
Desde el año 1957
Originalmente, el término «basura espacial» hacía referencia a los objetos que quedaban en órbita terrestre tras ser lanzados por las potencias aeronáuticas hacia el espacio. El primero de esos lanzamientos fue el del Sputnik 1, realizado por parte de la antigua URSS el 4 de octubre de 1957.
A finales de 2003 había unos 10.000 objetos catalogados. No obstante, se estima en más de 50.000 el número de objetos mayores de un centímetro que orbitan por encima de nuestra atmósfera, como se explica en la Wikipedia. Según la revista científica “Nature”, EEUU tiene fichados en la actualidad más de 9.000 objetos artificiales, con un peso total que supera las cinco toneladas. La mayor parte de estos aparatos están en ruina y constituyen un gran riesgo para las misiones espaciales.
Los problemas que crea la «basura espacial» tienen distintas repercusiones según la perspectiva con la que se observe este tipo de materiales: por un lado, el de la contaminación, tanto del espacio que nos circunda como del propio planeta; por otro, el de la seguridad aeronáutica. Y es que, en este segundo aspecto, esos pequeños fragmentos viajan a gran velocidad por órbitas próximas a las que utilizan los satélites en funcionamiento. Incluso pueden llegar a poner en peligro a las tripulaciones de próximos viajes a la EEI. -
GASTEIZ