He leído el artículo “¿Feliz 2007?” del Ararteko, Sr. Lamarca, en GARA. Es muy difícil no estar de acuerdo con alguien que predica bondades y beatitudes. Es muy fácil moralizar e incluso es bueno que se moralice. Con lo que ya no estoy de acuerdo, sobre todo cuando quien lo hace es un Ararteko que debiera tener los pies en el suelo y la cabeza fría, es con que el no cumplimiento de los derechos humanos sea atribuido con tanta severidad como él lo hace, únicamente a una parte. Ya sabemos que el atentado de ETA en Barajas es hoy lo más deslumbrante y cegador para gran parte del pueblo, pero no debiera serlo para un Ararteko.

No es cuestión de justificar ni condenar este atentado ni ningún otro, como tampoco lo es el justificar ni condenar la lucha armada. La historia lo hace por nosotros. Pero creo que todos, y especialmente un Ararteko, debieran preguntarse: ¿Por qué ha sucedido esto? ¿Qué ha impulsado a ETA a hacer un atentado tan importante y tan impopular como éste?

Es seguro que antes de su declaración de alto el fuego permanente (marzo 2006) ETA tuvo varios contactos con representantes del Gobierno español en los que se llegó a unos acuerdos, pues de lo contrario no sería comprensible esa declaración. Parece ser que ETA cumplió lo más importante de su compromiso declarando ese alto el fuego. También es muy evidente que el Gobierno de Zapatero no ha demostrado el menor interés por que el proceso de paz avance pues no ha cumplido absolutamente nada de su cometido y encima se jacta de no haberlo hecho.

Ya antes de su declaración, mediante una serie bastante amplia de mini-atentados, con pequeñas cargas de explosivos sin peligro ni víctimas, ETA parece haberle querido advertir a Zapatero que no estaba tratando con una organización armada agonizante ni derrotada, como le indicaban los líderes del PP y algún que otro lumbreras que me da vergüenza ajena mentar. Pero al parecer, Zapatero no hizo mucho caso.

Después del alto el fuego fue evidente que Zapatero, además de que no cumplía con su cometido, se empecinaba en poner condiciones previas imposibles a la formación de la mesa de partidos, como el que Batasuna se legalizase (algo irrealizable mientras exista la Ley de Partidos), o la obligatoriedad de acatar no sólo la Constitución sino también la legalidad española. Ha estado condicionando, poniendo trabas y demorándolo todo, con el fin de extenuar y postrar a ETA hasta conseguir su capitulación sin tan siquiera haber formado la mesa de partidos. Porque a Zapatero no le interesa negociar ningún acuerdo para solucionar el conflicto vasco-español. Para todo ello ha contado de antemano con el alevoso respaldo de Josu Jon, que desde hace tiempo viene comportándose como portavoz del PSOE. En resumen, que han querido, entre los dos, arrastrar a ETA y a la izquierda abertzale a un callejón sin salida a cambio de nada. Prometiendo y acordando, pero no cumpliendo. Imponiéndose por la fuerza.

Más trascendental aún, durante su mandato de supuesto «nuevo talante», Zapatero ha intensificado la represión «aznariana» hasta extremos irracionales, como en el caso de Iñaki de Juana. Ha estado utilizando al fiscal general y a la Judicatura española contra los presos políticos vascos, contra la izquierda abertzale en general y contra Batasuna en particular, con juicios colectivos absurdos, condenas injustificables y fianzas exageradas. ¿No se enteraba el Ararteko?

Con la intervención de tres gudaris uniformados y armados en un acto público y luego con el robo de 350 pistolas, ETA parece haber insistido en sus advertencias de que ese no era el camino hacia la paz. Debido a la brutal represión judicial incluso resurgió la kale borroka. Pero a pesar de estos avisos, Zapatero siguió sin mover ficha. En su prepotencia, parece que estaba convencido de que el proceso de paz no tenía vuelta atrás como, con grave irresponsabilidad, engañándose a sí mismos y tratando de engañar al pueblo, proclamaban muchos políticos y tertulianos que hacen la vista gorda ante la inmovilidad de Zapatero y su gobierno, sus agresiones, sus provocaciones y su incumplimiento de lo acordado, pero que saltan ferozmente contra ETA si ésta reacciona ante las provocaciones. Y también contra Batasuna porque no condena la provocada reacción de ETA. ¡Y el Ararteko se suma a ellos!

A los partidos políticos se les puede engañar, mareando la perdiz, diciéndoles que todo va bien y prometiéndoles que se respetarán las decisiones del Parlament catalán o del pueblo vasco y luego no hacerlo y quedarse tan tranquilo. Pero claro está, esas tácticas, esas politiquerías y ese abuso de poder no valen cuando se trata con una organización armada. El padre Alec Reid, que algo sabe de estas cosas, ya dijo en una entrevista en ETB después del bombazo que, curiosamente, no ha vuelto a ser citada: «Con organizaciones como IRA o ETA no se pueden incumplir los acuerdos». Y, claro está, lo que tenía que llegar, llegó: Una tercera y más dura advertencia de que ese no es el camino, ni siquiera un camino, hacia la paz.

ETA ha dado a conocer en un comunicado por qué se ha sentido impelida a hacer una advertencia tan fuerte, aunque de antemano ya era sabido que, dijese lo que dijese, todos los partidos políticos, los tertulianos y demás aparatos del Estado español (¡al unísono con los de la Comunidad vascongada!), insistirían en achacar toda la culpa a ETA y en exonerar al Gobierno español de culpabilidad alguna (¡también, evidentemente, lo hace el Ararteko!). Y que asimismo insistirían en que, diga lo que diga Batasuna, estaría claro que siempre sería insuficiente para ellos sin una condena expresa de ETA. La pretensión de Zapatero ha sido que ETA se rinda sin más y que, ahogado por el abuso de poder de su Gobierno y su aliado, el PNV de Josu Jon, el independentismo vasco desaparezca.

No obstante, es evidente que para conseguir la paz y la normalización política en Euskal Herria, más tarde o más temprano, va a ser imprescindible negociar. Pero una negociación no es posible con quien está machacando al contrario, como lleva haciendo durante déca- das el Gobierno español. Franco lo intentó con decenas de miles de ejecuciones y represión genocida durante 40 años, pero fracasó. La represión «aznariana» también ha fracasado. ¡La represión fracasará siempre!

La paz es necesaria, pero no cualquier paz. No una pacificación impuesta por la fuerza y en contra de la voluntad de los vascos, pues ésta no sería duradera ni justa y por lo tanto, no sería aceptable. La única paz válida es una paz conseguida sin abuso de poder ni coacción, una paz democrática. Esa paz sólo se puede conseguir dialogando, negociando y respetando al contrario democráticamente, no machacándolo con leyes antidemocráticas y represivas ni con persecución judicial y policial extremas, pues ello sólo consigue provocar la lucha armada y atentados como el de Barajas.

Aunque con un grado de optimismo poco asentado, esperemos que la actitud represiva e inmovilista de Zapatero cambie sin demasiada tardanza, que acate lo que acuerda, que cumpla lo que promete y que no abuse de su poder para imponerse por la fuerza en contra de la voluntad del pueblo vasco. En suma, que respete democráticamente los derechos humanos de los vascos y del Pueblo Vasco. Entonces sí podríamos tener paz porque si el Gobierno español los respeta, ETA desaparecerá sin más. Si Zapatero no hubiese torpedeado la mesa de partidos, estoy seguro que no hubiese habido atentado en Barajas.

¡Es tan sencillo como eso! ¿No le parece, Ararteko jauna? -