TEL AVIV
Fuentes cercanas al primer ministro aseguraron bajo anonimato que no tiene intención alguna de dimitir. Su ministro de Defensa dio la cara y reiteró que «tengo intención de seguir con mi misión».Tanto Olmert como Peretz afrontan una creciente presión, política, popular y mediática, para que sigan los pasos del jefe del Estado Mayor, Dan Halutz, quien dimitió el martes.
Sendas encuestas de la radio pública y de Channel 10 coinciden en que una abrumadora mayoría de los israelíes quieren la cabeza del ministro laborista. Alrededor de dos tercios de los encuestados apuestan por la retirada de Olmert y la convocatoria de elecciones anticipadas. No ha pasado ni un año de las últimas elecciones legislativas, en marzo de 2006.
La posición de ambos es cada hora que pasa más comprometida. La Fiscalía general anunció ayer mismo que podría limitar las prerrogativas del primer ministro con motivo de la investigación que le implica en un escándalo de soborno, concretamente en torno a la privatización del Banco Leumi cuando era titular de la cartera de Finanzas en el Gobierno de Ariel Sharon.
La Fiscalía respondió así a la petición de la defensa de los demandantes en el caso para que sea retirado cautelarmente de sus funciones.
Por su parte, Olmert ha visto cómo su principal rival en el seno del laborismo, el ex primer ministro Ehud Barak, se ha adelantado y ha presentado su candidatura para sucederle tanto al frente del partido como de la cartera de Defensa en las primarias del 28 de mayo.
«Patos cojos»
Los tres principales diarios israelíes coincidían en sus ediciones de ayer en presentar a Olmert y Peretz como «patos cojos» y en insistir en que Halutz no puede ser el único que pague los platos rotos, en referencia al fracaso de la campaña militar israelí contra Líbano del pasado verano.Ambos «saben que son patos cojos a punto de ser abatidos», augura el diario “Maariv”.
El rotativo “Haaretz” publica una caricatura en la que se ve a Halutz saltando en un asiento eyectable y a Olmert y Peretz mirándole desde el suelo con gesto de inquietud.
«¿Es que estos dos patos cojos, uno de ellos bajo investigación policial y el otro en el punto de mira de las críticas de su propio partido son dignos de designar al jefe del Estado Mayor que debe dirigir el Ejército en uno de los períodos más difíciles de nuestra historia?», inquiere el “Yediot Aharonot”. Lo sean o no, Olmert ha tomado bajo su mando la elección del sustituto de Halutz, atribución que, en circunstancias normales, correspondería al titular de Defensa. Todo apunta a una remodelación del Gobierno, en la que Olmert trataría de salvar el cuello ofreciéndole una cartera de las consideradas fuertes, como la de Interior.
Eso si el propio primer ministro no sucumbe antes a las presiones y dimite.