DONOSTIA
Las personas no residentes en Donostia difícilmente pueden entender lo que
supone para los donostiarras de pro el día de San Sebastián. Un «no sé qué»
recorre sus cuerpos cuando la bandera de la ciudad es izada en la balconada de
la Plaza de la Constitución y comienzan a retumbar los tambores y barriles, al
son de la marcha de San Sebastián del maestro Sarriegi.
Tanto es así que durante 24 horas la ciudad deja de lado sus quehaceres
cotidianos, para sumergirse en su fiesta mayor. Los preparativos de la fiesta se
han prolongado durantes largas semanas. Sí, porque aquellos que se han acercado
durante los últimos días a la capital donostiarra habrán tenido ocasión de
comprobar que escuelas, locales y asociaciones se han convertido en lugares de
ensayo de las composiciones que desde la media- noche de hoy sonarán por las
calles de la capital.
Ultimando los detalles
Estos días también se han convertido en jornadas en las que ultimar los
detalles, preparar todos los complementos para el traje, reponer los palillos
rotos, arreglar los tambores... Y, por supuesto, han sido días igualmente para
confeccionar el menú que esta noche se degustará en cada casa y en las numerosas
sociedades gastronómicas de la capital, en la que no suelen faltar numerosas
exquisiteces.
Los más jóvenes de la ciudad también son partícipes de la fiesta, y así,
mañana al mediodía, miles de niñas y niños desfilarán por las calles
donostiarras, ataviados con los unifor- mes y tocando con gran ímpetu sus
tambores y barriles.
Todo ello, hasta la medianoche del sábado, cuando la bajada de bandera
anuncie que el final de la fiesta está cerca y ya queda menos para la tamborrada
del siguiente año.