Los ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Europea analizaron, el lunes, los resultados de las elecciones generales celebradas la víspera en Serbia. En esa reunión saludaron la previsible alianza entre las formaciones pro europeas, que formarán de nuevo gobierno en el país balcánico. Un día después de esa reunión, desde la presidencia de turno alemana se ponía sobre la mesa el aspecto más espinoso del llamado «dosier serbio»: el futuro estatus de Kosovo.
Aunque la que Bruselas considera una falta de colaboración flagrante de Belgrado con el Tribunal de la Haya haya sido la razón esgrimida para la todavía vigente interrupción de relaciones entre los socios comunitarios y el Gobierno serbio, lo cierto es que la cuestión de Kosovo se vislumbra como bastante más controvertida.
Como ha quedado de manifiesto en la reciente campaña electoral, todos los partidos han expresado su rechazo a que se cuestione la soberanía serbia sobre Kosovo, e incluso los que aspiran a repetir en tareas de gobierno en Belgrado admiten a lo sumo una autonomía amplia para la que consideran su provincia. Hasta la fecha, los gobernantes serbios han contado con un importante aliado en esta cuestión, Rusia, que no ha ocultado sus temores a que, de aceptarse la vía de la independencia que reclama la mayoría de origen albanés en Kosovo, se produzca un sarpullido independentista, particularmente en las repúblicas del Cáucaso.
La declaración formulada ayer por la presidencia de turno alemana de la UE puede entenderse como un intento de atemperar los recelos del Gobierno de Vladimir Putin. El ministro de Estado alemán para los Asuntos Europeos explicaba que «la cuestión de Kosovo no debe servir de precedente para otras regiones». Günter Gloser remarcó que esa idea ha sido transmitida con claridad a los socios de la UE y a los gobiernos implicados.
Sin embargo, Kosovo marca un precedente de intervención internacional en clave bélica: bombardeos de la OTAN contra Serbia, legitimación en la Conferencia de Rambouillet del otrora «terrorista» Ejército de Liberación de Kosovo, administración de la ONU del territorio desde 1999 ... y en pura lógica lo marcará también en su fase diplomática. ¿Cómo no va ser un referente, de entrada para el análisis teórico, lo que ocurra con Montenegro, con Kosovo... existiendo como existen otros conflictos nacionales pendientes de solución en la Unión? ·