Maite Soroa
¡Qué nerviosos les pone el euskara!
Hay gente que pierde con inquietante frecuencia la mejor ocasión para quedarse calladita. Y así se dicen y escriben tonterías como la que ayer nos regaló Francisco Umbral en “El Mundo”.Se refería Umbral desde la ignorancia abisal a la campaña educativa para promocionar el uso del euskara fuera también de las aulas y proclamaba: «El señor Ibarretxe anuncia castigos y suspensiones para los niños que hablen castellano en el recreo y para los maestros que se lo permitan o estimulen. Hurgar de esta manera en la conciencia del niño nos parece un abuso de poder y de libertad o falta de libertad». Hablar por no callar. Y Umbral, desde la torre de marfil, explicaba:«todos los niños, en su media hora de recreo, de libertad, de vuelta simbólica a la calle, recuperan las palabras de la tribu, porque el niño es un ladrón de juego mediante el cual empieza o renueva la historia cada mañana. Si el pequeño escolar habla castellano en su media hora más libre de todo el día es porque lleva el castellano en las raíces tiernas de su vida, de su origen. Para saber lo que es un niño hay que dejarle hablar porque los niños son unos sin papeles que andan por la vida golfeando angelicalmente con las primeras verdades. Si el niño se expresa en castellano, cuando le dejan, es porque ha vivido el castellano en su casa, en su familia, entre sus amigos». Olvida Umbral que el euskara padece la situación que padece, precisamente, porque a los niños vascos, durante generaciones, les prohibieron hablar en su propia lengua. ¡Que desmemoriado, el escritor! Y puesto a decir tonterías, Umbral insiste:«Ibarretxe, que es un provinciano recortadito, con aura de peluquería y sonrisa mecánica, ignora brutalmente el milagro de la infancia y quiere cortar el árbol por sus más tiernas raíces para que no dé luego la manzana envenenada del árbol del paraíso ni la manzana somnífera de la Bella durmiente, que está esperando algún otro Príncipe de Asturias para que venga a despertarla. Ibarretxe carece del sentido poético y del instinto didáctico del idioma, de los idiomas, y prefiere la lengua impuesta a la lengua espontánea y matinal que se habla, que se grita en el recreo. Ibarretxe es un estrangulador de niños castellanoparlantes». Para terminar, la sentencia:«Ibarretxe quiere imponer artificialmente un lenguaje puro y rudo que nunca ha dado un hijo natural». Simplemente, el euskara le repatea. - msoroa@gara.net
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