Victoria Mendoza - Psicoterapeuta
Permiso para sufrir
Durante muchas generaciones a los hombres se les enseñó que llorar y sufrir era cosa de mujeres. Afortunadamente cada vez son más los hombres que están aprendiendo a reconocer y hablar de sus emociones y sufrimientos. Independientemente de ser hombre o mujer, hay rasgos de personalidad y caracteres que dificultan o facilitan el poder trabajar terapéuticamente las emociones y sentimientos. También existen culturas y sociedades que pueden ser más o menos expresivas con los sentimientos, sean de tristeza o de alegría, y algo que he podido ob- servar en el País Vasco es que hay culturas donde está socialmente admitido el sufrimiento de algunos y está mal visto y hasta penado por la ley admitir o hablar del dolor de los otros. Como profesional especializada en temas de dolor y sufrimiento, he podido entender y comprender que no importa el país de origen, religión o ideo- logía política, ni la edad o el sexo, todos tenemos la misma capacidad y derecho de sentir dolor y motivos reales de sufrimiento. El País Vasco vive desde hace muchos años un conflicto donde hay víctimas y sufrimiento. Para comenzar a sanar ese dolor primero hay que admitir que hay dolor, hablar del sufrimiento, de la rabia, de la impotencia, de cómo nos sentimos, del cansancio que está dejando está guerra agudizada por pura estrategia política de «divide y vencerás», perversión psicótica del PP, que prohíbe que tomemos conciencia, que comentemos o nos podamos conmover del dolor que ellos mismos están provocando a todos los vascos. Es el mismo dolor y sufrimiento el de una madre que pierde a su hijo en un atentado de ETA que el dolor que siente una madre de un preso político que se suicida dentro de la cárcel, es igual de injusto e intenso el dolor de estas dos madres, la rabia y la impotencia es la misma, la pérdida y la soledad es la misma, el dolor y el sufrimiento no es más en una que en la otra, las dos tienen motivos y derechos para sufrir. Quienes mueren y quienes lloran las muertes son ejemplos claros de víctimas de una guerra que nadie pidió, conflicto que puede y debe terminar para evitar más víctimas o más dolor. Es necesario admitir nuestro dolor y es importante atrevernos a ver el dolor de las otras partes, admitir y conmovernos del dolor de todas las partes, reconocer que todas las partes están agotadas. Los políticos deben evitar y condenar sobre todo su propia violencia, ya es tiempo de que los políticos sean sólo los portavoces y representantes de los acuerdos que decida el pueblo, ya que es el pueblo quien debe decidir qué tipo de sociedad quiere y pretende construir, y creo que la gran mayoría deseamos vivir en paz con los demás y con nosotros mismos. -
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