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Gara > Idatzia > Iritzia > Txokotik 2007-01-31
Txotxe Andueza
De viajes y alforjas

Rodríguez Zapatero es presidente del Gobierno español después de que una parte importante del electorado del Estado se hartara de las mentiras con las que era tratado por un PP prepotente, convencido de una impunidad de la que, por lo que se vio en las urnas, no gozaba. Aznar había llegado por su parte a la Moncloa a base de explotar ante la sociedad las mentiras del Gobierno de Felipe González (corrupción, guerra sucia...). Y ahora Zapatero se enfrenta a un ciclo electoral a cuya línea de salida llega bajo de baterías, con parte de su credibilidad perdida por haber defraudado a gran parte de esos votantes que le gritaban «no nos falles», y a los que regaló una fulminante retirada de las tropas de Irak y algunas medidas en política social de carácter progresista, para meses después negarles el regalo más preciado que un estadista tiene la obligación de ofrecer a la sociedad española: la resolución del problema político que rompe la normalidad, el denominado problema vasco.

Es difícil saber si la paciencia tiene un límite; si hay un cupo de desilusiones que se pueden aguantar a partir del cual sólo queda explotar; si hay un momento que marca la línea a partir de la que un pueblo, una sociedad, decide empezar a hacer pagar a quienes le engañan precisamente allí donde más les duele, en las urnas (su fuente de poder); un lugar en el tiempo en el que el sufrimiento no se aguanta pasivamente sino que se convierte en acción contra quien lo provoca, o deja que continúe, que viene a ser lo mismo. Pero algún día, quienes tienen responsabilidades en la persistencia de este conflicto debieran sentir que ya es suficiente. Que hay que mandar a parar.

Zapatero llegó con buenas palabras, con guiños y gestos, con un talante que decía nuevo... y con hechos viejos. Generó esperanza y acabó regalando frustración. Y queda una pregunta en el aire: si no estaba dispuesto a dar solución al conflicto, ¿cuál era su objetivo? ¿Para qué tuvimos que preparar entre todos y todas esas alforjas, si no tenía intención siquiera de partir de viaje?

La misma pregunta, pero con un grado muy superior de enfado: si no tenía medios, ni fuerza, ni voluntad para que De Juana fuera excarcelado, ¿por qué se dedicó a filtrar y dar cobertura a esa medida desde sus medios? ¿Por qué hizo pensar a la sociedad vasca que «quería pero no le dejaban»? Si no tiene valentía ni capacidad para gobernar, ¿para qué quiere su puesto? -


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