El de ayer fue un debate importante en el Congreso de los Diputados, cuya trascendencia no puede diluirse presentándolo como un asalto más del combate entre PP y PSOE. Fue importante en las formas, porque sirvió para comprobar en la práctica hacia dónde se dirige ese «gran consenso democrático» que propuso Zapatero el 15 de enero. Un «gran consenso» que huye de formalismos estrictos y de compromisos férreos y que consiste en un pacto tácito por el cual todos los partidos -salvo el PP- aceptan el liderazgo del Gobierno español en materia de lucha contra ETA, dejándole hacer sin criticarlo en lo esencial, pero permitiendo que cada grupo marque sus peculiaridades, como en la valoración de la Ley de Partidos.

Y fue importante en el fondo porque abortó el primer intento oficial de buscar la ilegalización de otro partido vasco por la activación de la Ley de Partidos. Además permitió conocer que a tres meses de las próximas elecciones municipales y forales el PSOE sostiene (con la solemnidad que da una declaración que constará para el futuro en el Diario de Sesiones del Congreso) que no existen pruebas que puedan llevar a la proscripción de EHAK. Hoy, como en 2005, ni las tiene la Fiscalía ni las han presentado las FSE. EHAK no ha dicho si se presentará, pero si lo hiciera, por lo escuchado ayer, nadie debería impedírselo; salvo que «se construyeran nuevas imputaciones», lo que ya se ha demostrado contraproducente.