El vicepresidente de EEUU, Dick Cheney, aseguró ayer que «debemos continuar haciendo todo lo posible para impedir que Irán logre sus objetivos nucleares» .

Entrevistado por la cadena de televisión ABC, Cheney, de visita oficial en Australia, aseguró que «todas las opciones están sobre la mesa».

Defensor de la línea más belicista y favorable al rearme de la Administración Bush, se arrogó el derecho a hablar en nombre de todo el mundo al asegurar que «un Irán dotado del arma nuclear no es una perspectiva halagueña para nadie».

Tras mostrar su «esperanza en que podamos resolver este problema por la vía diplomática», el segundo en el poder en Washington insistió en no descartar la opción militar. El presidente ha hecho saber claramente que no hemos descartado ninguna opción», advirtió.

Coincidiendo con esta advertencia, responsables gubernamentales británicos han mostrado su temor de que Bush ataque Irán antes del final de su mandato, dentro de dos escasos años. Estas fuentes, que pidieron el anonimato, auguraron al diario ``The Times'' que Bush «zanjará la cuestión iraní por medios militares (...) El no quiere dejar irresuelta esta cuestión a su sucesor», añadieron.

El primer ministro, Tony Blair, aseguró el jueves que no habría a día de hoy «ninguna operación militar estadounidense contra Irán en fase de preparación». «Es imposible predecir absolutamente todas las circunstancias que se pueden presentar, pero hablando aquí, entre nosotros, yo puedo decirle que Irán no es Irak», añadió el primer ministro, cuya credibilidad está bajo mínimos no sólo en Gran Bretaña sino en todo el mundo tras haberle oido desmentidos semejantes en el contexto diplomático que dio pie a la invasión y ocupación de Irak.

Un portavoz de la Casa Blanca, Tony Fratto, insistió en la voluntad de la Administración Bush de forzar, de momento, una nueva y más dura resolución contra Teherán.

En una semana en la que se ha filtrado un plan de ataque aéreo contra Irán, Fratto tuvo que reiterar que «ya hemos dicho por activa y por pasiva que actualmente nos estamos concentrando en una solución diplomática que está acaparando toda nuestra energía».

Declaración de intenciones a corto plazo que no resulta sorprendente, habida cuenta de que Washington ha pisado el acelerador e intenta que el Consejo de Seguridad se reúna cuanto antes. El subsecretario de Estado, Nicholas Burns, anunció que viajará el lunes a Londres para abordar la redacción preliminar de una nueva resolución sancionadora.

Cuenta para ello con sus aliados europeos. El portavoz del Ministerio de Exteriores francés, Denis Simonneau, aseguró que París está de acuerdo con un incremento de las sanciones y auguró que la nueva resolución podría «castigar actividades que no fueron mencionadas en la anterior pero que sí merecían haberlo sido y a ciertas personalidades que tampoco se mencionaban pero que también se lo merecen».

El ministro de Exteriores iraní, Manuchehr Mottaki, viajó ayer a Beijing y fue recibido por su homólogo chino, Li Zhaoxing, en una reunión sobre la que no trascendieron datos.

Irán hace piña

El ex presidente iraní Hachemi Rafsanyani, advirtió de que las presiones sobre Irán «causarán graves problemas para los arrogantes», en referencia a Occidente. El perdedor ante el actual presidente, Mahmud Ahmedinejad, en los comicios insistió en exigir a Occidente que vuelva a la mesa negociadora.

Sus declaraciones matizan -cuando no desmienten- presuntas desavenencias en el interior de la cúpula del poder en Irán, aireadas en las últimas semanas por Occidente.

Ahmedinejad reiteró que Irán defenderá su derecho a tener un programa nuclear propio «hasta el final (....) Si cedemos ahora, ellos avanzarán, pero si resistimos serán ellos lo que reculen» dijo en tono numantino.