La independencia de Kosovo es la única solución viable, según el informe final del mediador de la ONU para ese enclave, Martti Ahtisaari, por considerar que el mantenimiento en el mismo de una administración internacional es insostenible, pero también inviable su reintegración en Serbia. Con el periodo de transición necesario para encauzar problemas como la protección de las minorías y otras heridas aún abiertas, parece claro que Kosovo será un país independiente. El de Kosovo será a todas luces un nuevo caso, uno más, de la aplicación con toda normalidad del derecho de autodeterminación en Europa, con el reconocimiento y apoyo de gran parte de los estados europeos, pero con el recelo de otros que, si bien reconocen el estatus logrado por esos países en el contexto europeo, jamás ven similitud alguna con las naciones a las que ellos niegan el ejercicio de ese mismo derecho. En el caso Kosovar cabe destacar el hecho de que, según cierta jusrisprudencia, no debería tener derecho a la independencia; sin embargo, ese mismo caso demuestra lo endeble de esos corsés jurídicos que a menudo sustentan prejuicios interesados.