Raimundo FITERO
Los ríos
Todos los asentamientos de todas las culturas, desde el principio de los tiempos, se han hecho al lado de los ríos. Las cuencas de los grandes ríos han sido, y son, la cuna de las civilizaciones, las reservas de la Biosfera, el futuro, el presente y el pasado. Pero los ríos están enfermos. Están enfermos también los mares. Están enfermos los montes. ¿Quién es el House del planeta Tierra? ¿Quién será capaz de decir a los gobernantes, a los industriales, al Capital, en una palabra, que es necesario cuidar la Casa? China aprueba el derecho a la propiedad privada, crece de manera geométrica en su capacidad económica, consume y consume energía, contamina, entra en la vorágine destructiva.
Los informes nos dejan sin aliento. Los grandes ríos, los que estudiábamos en las clases de geografía, están todos con sintomatología de enfermedades de extrema gravedad. El cambio climático al que parece estamos dirigiéndonos no hace sino agravar los problemas de salud de los ríos. En sus riberas se han aposentado demasiados seres humanos, con su agricultura agresiva, su ganadería de producción ilimitada, sus fábricas y sus residuos vertidos indiscriminadamente. Han sido demasiados años de suicida libertad de acción para los contaminadores. Hoy en día las medidas que han de tomarse para recobrar la virtualidad de las cuencas son urgentes y de choque. Y el capital no está dispuesto a perder comba.
Empezamos cambiando de dirección a regatos, ramblas, torrenteras de escaso caudal, los afluentes se explotaban hasta el asco o se secaban para poder tener más terrenos inmobiliarios. Pensamos que el agua era un don divino, que llegaba graciosamente del cielo y que nunca se acabaría. Ahora nos despertamos con aguas de baja calidad, con ríos putrefactos, y solamente nos queda hacer epitafios, cantar responsos al ritmo del fuego del campamento y beber agua embotellada, el gran negocio de estos tiempos. Hemos llegado a un punto en el que en cualquier autopista vale mucho más un cuarto de litro de agua de marca que un litro de gasolina. Es el mercado, la oferta y la demanda. Acabaremos llorando afligidamente por nuestros ríos.