Los proyectos y las personas que generan ilusión entre los ciudadanos atraen sus votos y hacen bajar la abstención. El ciudadano ilusionizado comulga mejor con las tesis y proyectos del político ilusionado, pues percibe que éste, al menos, cree lo que dice. Otra cosa bien distinta es que en política, como en otras cuestiones, el poder maneje y manipule luego a ilusionizados e ilusionados y haga a los unos abstencionistas y a los otros metepatas ignorantes.

Un ejemplo de político ilusionado que daba a entender que creía lo que decía es Aguilar, anterior ministro de Justicia. La mayoría de la ciudadanía canaria lo ha identificado como propio y le ha visto con verdaderas ganas de mejorar la situación de las islas desafortunadas.

Un ejemplo de todo lo contrario es el PNV en la CAV y su presidente Imaz. Su nacionalismo identitarista sólo ilusiona ya a los contratistas de las grandes infraestructuras, a los madereros comepinos, a los funcionarios de barriga autónoma, a ciudadanos gugengheimizados de la ciudad de Bilbao y sus adláteres comerciales, a los defraudadores de impuestos, a los empresarios, a los temerosos subvencionados y a otro largo etc. de chupópteros que viven de los inventos de cachivaches y reglamentaciones que la Administración vasca copia a la derecha francesa y británica, en aras de creación de más empresas subvencionadas y más super funcionarios inservibles y profundamente agradecidos.

En estos casos, los ciudadanos normales, profundamente decepcionados, a la abstención de antaño le suman la producida porque además de «mangantes» son traficantes de la identidad de los pueblos. Es una ciudadanía que ejercería gustosamente algún tipo de violencia defecadora sobre sus continuos agresores.

Nadie mejor que Sarkozy y Rajoy para patrocinar los grandes inventos identitaristas, tapadera de leyes que permiten el fraude fiscal, que es el deporte nacional de más del 70% de los franceses o problemas políticos como el vasco que, proyectados a la ciudadanía española, producen ese efecto alucinante que permite gobernar a la derecha y acabará con el Sr. Zapatero.

La identidad vasca es pues la chinita en el zapato de todos estos seres del progreso, que traficando con la identidad la convierten en identitarismo. Se vende identidad en Euskadi a cambio de servicios móviles o alimentos y se va viendo como todo el asunto se les va de las manos y de sus bolsillos a medida que el movilizado y alimentado ciudadano se da cuenta hasta qué punto le han engañado, pues la identidad para él era bastante más: un proyecto que permitiera al pueblo de los vascos sobrevivir en la universalidad diferenciada.

En otros, que son casi los mismos, la venta identitaria es más política pero igual de falaz y podrida por dentro.

Se rumorea que hasta que los paneles informativos que aparecían en la A-8 en lengua francesa o la indicación de Burdeos en «tierras españolas» tuvieron que ser transaccionadas por el «Ministerio de Fomento del Gobierno de la Nación» con la Diputación de Gipuzkoa, en base a otras prebendas. Eso de Bordeaux era desacato para la progresista izquierda rojigualda. Por desaparecer ha desaparecido hasta el indicativo de Baiona a la salida de Bilbao. En su lugar aparece sólo Francia. ¿Increíble que bajen hasta esa nimiedad? Increíble, si, pero certificados están los hechos.

Así que no es ya de extrañar las tácticas subliminales de toda esta mierda de derechas y de derechizados.

Su táctica comecocos está plásticamente representada en el conjunto de la Plaza del Sagrado Corazón de la capital vizcaína. La imponente estatua religiosa, testigo de profundas creencias antiguas, ha quedado rodeada por otra ingente estructura de hierro oxidado, muy de moda entre los identitaristas. Allí pone eso de «LOVE@...» y nada más.

Es la sempiterna historia de la apropiación de los valores de las derechas políticas en nuestras sociedades y la izquierda pazguata, vasca, francesa o española, al regazo de ellas, intentando pegarse cada vez más a las soluciones, creencias e ideologías in y correctas del propio sistema de explotación neoliberal.

A la España real, a esa izquierda progresista de Madrid que se queda en casa sin votar, no le interesan los líos armados por la derecha sobre de Juana Chaos, ni los referentes al bodrio de la contaminación de las listas de ANV, ni tampoco están motivados en contra de la usurpación del derecho político de los ciudadanos vascos a poder elegir democráticamente su futuro, pero de LOVE seguro que entienden y practican más que sus manipuladores.

La causa de la apabullante abstención de su capital está en la izquierda. Esos ciudadanos que reclaman soluciones para los trabajadores que con sus aportaciones en impuestos ven cómo el pretendido gobierno progresista de Zapatero se ha enzarzado en que su fotocopia de la original derechona es tan legible o más que el original de los prostíbulos nacionales.

Ahora los representantes de las listas legalizadas de ANV, no contaminadas por tanto según los propios jueces, también son apestosos de su sistema democrático. Recibir sus votos a cambio sería estar en connivencia con los violentos. Entonces ¿qué estuvieron dilucidando el Tribunal Supremo y el Constitucional durante largos días? ¿Estuvieron dilucidando sobre la contaminación de las listas o repasando los informes de sus sociólogos y politólogos sobre en dónde les convenía a los antivascos de todo pelaje ilegalizar o legalizar listas ateniéndose a razones de criterio ideológico partidista a la vez que realizaban prospecciones de voto reales?

Así que, a lo mejor, el artista de la plaza del Sagrado Corazón, viendo la absurdidad de sus magnates, a falta de espacio, quizás, no simbolizó a Azkuna con cara de diablo como lo hizo Miguel Angel con el Papa Julio II en la Capilla Sixtina, pero sí al menos puso puntos suspensivos para que también pudiera quedar como «Love@borroka.EH», que es lo que las circunstancias más bien sugieren en este futuro próximo, porque el plato de lentejas sólo funcionó una vez con Esau el bíblico y con Baldoz y con Urralburu el estafador. Ahora deberían pedir al menos también, café, copa y puro.