A squeroso montón de basura que carece totalmente de contenido estético e intelectual», «Festín de inmundicia», «Visión de una mente degeneradamente enferma o perversa»... La crítica londinense se cebó tras el estreno en 1995 de «Blasted» («Reventado»), la primera obra de una joven dramaturga de 23 años, Sarah Kane. Cuatro años después, y tras escribir cuatro obras más, Kane se suicidó. Estas piezas son auténticas patadas a la boca del estómago del espectador.

Nos dejan sin aire, nos asfixian. «Soy violenta porque vivo en un mundo de violencia que además todos niegan y esconden, soy molesta y brutal porque estamos en una sociedad brutal e hipócrita», afirmó Kane. Es por eso que la dramaturga británica optó por la tragedia. Nos gustan la comedia, el drama o la farsa; pero la tragedia nos incomoda, nos perturba: para eso la inventaron los griegos. La tragedia va más allá de toda racionalidad, es más bien como un mal sueño, nuestro peor sueño. Sarah Kane repudiaba el naturalismo/realismo imperante en el teatro, estimaba que desde él es absolutamente imposible mostrar la verdadera tragedia del ser humano. Hizo así suyas las palabras del dramaturgo y crítico Howard Baker: «La tragedia es la única forma de arte ilegítima, la más devastadora del orden social, la más descivilizadora, la más oscura y, al mismo tiempo, la mayor afirmación de la vida, porque precisamente por estar al borde del abismo representa las emociones que la llamada sociedad abierta considera imposible de contemplar». El teatro de Sarah Kane nos coloca frente a las peores pesadillas de nuestra sociedad, que suelen ser la cara oculta -terroríficamente necesaria- de nuestros deseos.

Pocas oportunidades de ver sobre nuestros escenarios una de estas tragedias vamos a tener. El Act Festival, Festival Internacional de Nuevos Talentos Escénicos, organizado por la BAI-Bizkaiko Antzerki Ikastegia, que se desarrollará en Barakaldo y Bilbo entre el 6 y el 9 de este mes de junio, nos pone en bandeja la oportunidad. El sábado 9 la RESAD de Madrid subirá al escenario del Teatro Barakaldo «Blasted». El dramaturgo Antonio Álamo, traductor de esta tragedia, dijo: «Si Sid Vicious no hubiera sido un pobre diablo descerebrado, le hubiera gustado firmar esta obra». Una habitación de hotel y el sórdido drama de dos personajes, que la irrupción de un tercero, un «soldado», transformará en tragedia, en una pesadilla cargada de violencia, sexo aberrante, brutalidad, masoquismo, amoralidad, nihilismo, truculencia, escatología o canibalismo. Una pesadilla demasiado asfixiante y demasiado real en la cara oculta de nuestro mundo feliz.