Las infraestructuras en el punto de mira
Alrededor de sesenta personas vinculadas al colectivo Leia iniciaron ayer tarde un encierro que quiere situar el proyecto de la autovía traspirenaica en el centro de la campaña electoral en Ipar Euskal Herria. La acción, en la línea de la llevada a cabo en Lurberri durante la precedente campaña a las presidenciales francesas, servirá para emplazar a los candidatos a los comicios legislativos, que se celebrarán el 10 y el 17 de junio, a posicionarse en relación a una obra viaria que provoca una gran preocupación en los pueblos afectados de ambos lados de los Pirineos.
El temor a que la 2x2 se convierta en un corredor para camiones está fundado en diversos informes que avalan la pretensión de utilizar esa hipotética vía como forma de descongestionar el saturado eje París-Hendaia, y también por las insistentes declaraciones del Gobierno de Miguel Sanz defendiendo que Nafarroa tenga su «propia salida» hacia Europa, lo que UPN sustenta en la «necesidad» del sector productivo de contar con un paso alternativo al de Gipuzkoa.
De hecho, el fuerte desembolso que implica una obra de esas características no se justifica por el bondadoso deseo de «mejorar las conexiones» entre Donibane-Garazi e Iruñea, dado que los valles pirenaicos no tienen un peso demográfico que invite al millonario gasto, por no hablar de los perjuicios que una vía de gran volumen acarreará a un entorno de enorme valor natural.
Hay pocas dudas, por lo tanto, sobre cuáles son los intereses que priman en este proyecto, al igual que en otros como el Tren de Alta Velocidad o el Superpuerto de Pasaia, hoy protagonistas de las maniobras preliminares para pactar gobiernos en las diputaciones. En las elecciones municipales y forales una parte nada desdeñable del electorado vasco ha castigado a los partidos que gestionan infraestructuras de enorme impacto para este pequeño país. Los intentos de los candidatos de protegerse en discursos generales para no bajar al terreno se ha saldado con algunos sonoros fracasos, lo que refleja el valor de la movilización ciudadana, en las urnas o en la calle, para poner coto a la cementocracia.