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La balada de Beni Lakun

«Bajo las estrellas»

Mikel INSAUSTI

Cuando un director novel arrasa en un festival de cine con su primer largometraje hay que prepararse para lo mejor de lo mejor, que es lo que ofrece Félix Viscarret en una de las películas más emocionantes que uno recuerde de un debutante. Para dominar el cine de personajes y de sentimientos hace falta mucho oficio, y el de Iruñea parece que ha nacido sabiendo. Va sobrado de intuición, la que se necesita para encontrar el estilo cinematográfico que le conviene a esta peculiar historia de perdedores sacada de la novela de Fernando Aramburu «El trompetista del Utopía». Viscarret ha dado en la diana al tomar como fuente de inspiración la película «Mi vida es mi vida», en la que un también primerizo Bob Rafelson volcó todo el desencanto de una generación con talento creativo, pero que no encontraba su sitio en un mundo esquemático heredado de sus mayores. La libertad dolía entonces y ahora, y el salirse del rumbo preestablecido se sigue pagando con la zozobra vital que implica ir a la deriva. ¿Se puede vivir eternamente con resacas que duran días enteros? Esa es la pregunta que debe rondar en la mente del protagonista de «Bajo las estrellas», al arrastrarse por el tiempo presente con el dolor de cabeza crónico dejado por mil y una noches de juergas pasadas.

Sus coordenadas generacionales entroncan con la filosofía hippy de los setenta, directamente emparentada con la bohemia que siempre ha acompañado a los músicos de los garitos nocturnos. Para dar con la caracterización precisa, Alberto San Juan, que se supera a sí mismo, está arropado por un manto mágico musical definido por el tema clásico «Stella by Starlight», que compusieran originalmente el letrista Ned Washington y el músico Víctor Young para la película «Los intrusos». La versión que ilumina su recorrido personal es la del trompetista maldito Chet Baker, a quien le gustaría parecerse si no fuera porque es de pueblo y lleva su origen rural escrito en la cara.

Sobre el debate entre cosmopolitismo y aldeanismo he leído muchas opiniones que hablan de la universalidad de la película, con la que estoy de acuerdo tanto en cuanto puede ser entendida en cualquier lugar, gracias a la elección de escenarios ligados al paisaje de los westerns y las películas de carretera. Ahora bien, el elemento localista es el que la hace esencialmente distinta, y de no haber sido rodada en la localidad navarra de Lizarra no resultaría lo mismo, ni mucho menos. Es ese toque tan reconocible además el que dota a la narración de un humor entrañable, que ayuda a superar sicológicamente los duros golpes dramáticos que jalonan una historia dominada por la crueldad del destino.

El músico derrotado por el implacable ritmo de vida de la gran metrópoli se crece una vez de regreso a su localidad natal, donde se siente de alguna manera un tipo importante dentro de las dimensiones reducidas de un enclave apartado en el que ocurren pocas cosas. Y de hecho termina recuperando la autoestima perdida y vuelve a ser necesario e influyente para los demás, en especial para una niña rebelde con la que conecta a la primera.

La pequeña despierta en él un nivel de comunicación personal dormido, dentro de un proceso de vuelta a las raíces que desemboca en la formación de un nuevo grupo humano, cercano al núcleo familiar básico, junto a los que, como él, también se encuentran perdidos en medio de una realidad cambiante. En un corto espacio de tiempo entierra a su padre con el uniforme de requeté y choca con el ambiente independentista representado por una cuadrilla en fiestas de Eulate.

Estreno

Dirección: Félix Viscarret.

Guión: Félix Viscarret, sobre la novela «El trompetista del Utopías», de Fernando Aramburu.

Producción: Fernando Trueba.

Fotografía: Álvaro Gutiérrez.

Música: Mikel Salas.

Intérpretes: Alberto San Juan, Emma Suárez, Julián Villagrán, Violeta Rodríguez, Amparo Valle, Luz Valdenebro, Paula Soldevilla, César Vea, Josean Bengoetxea.

País: Estado español; 2007.

Duración: 107 minutos.

Género: Comedia dramática.

«Trueba me dijo que le mandara mis cortos. Seguro que se lo dice a todo el mundo, pensé»

La génesis de este filme arranca en 1999, cuando Félix Viscarret presentó «Dreamers» («Soñadores») en el Festival de Berlín, donde obtuvo una Mención de Honor del Jurado. Fue uno de los muchos premios que recibió con este trabajo, con el que se afianzó como uno de los directores de cortometrajes más interesantes del panorama actual. En la Berlinale, el periodista de «Variety» John Hopewell le comentó que le encantaban sus cortos e insistió a Fernando Trueba -que presentaba allí, junto con Cristina Huete, «La niña de tus ojos»- en que tenía que verlos. «Fernando me pidió que se los enviara a su casa en Madrid. `Seguro que se lo dice a todo el mundo, para no quedar mal', pensé yo», relata el navarro.

«Después del festival me volví a Madrid y regresé a la rutina, como quien piensa que todo ha sido un bonito sueño -continúa Félix Viscarret-. Por supuesto, nunca envié mis cortos a Trueba. Una tarde de primavera me fui con unos amigos al cine. A la salida, me fijé en un grupo donde había alguna cara conocida. Allí estaban Fernando y Cristina Huete. Fernando me riñó por no haberle enviado los cortos a su casa y me dio su dirección para asegurarse de que esta vez no me escapaba. `Bueno, parece que el tío va en serio', me dije a mí mismo. Así que esta vez se los envié, y al poco tiempo me llamó para que fuera a verle, porque los cortos le habían gustado mucho (o, al menos, eso fue lo que me dijo)».

Tiempo después Fernando Trueba le llamó a su casa y le pasó la novela «El trompetista del Utopía», de Fernando Aramburu. «Me dijo -explica el cineasta navarro sobre aquel proceso- que en ella había un tono único, a veces lleno de humor, a veces desgarrador, pero siempre dotado de ternura y de una extraña poesía. Vio que había muchos puntos en común entre esa historia y el mundo que había en mis cortos y mis guiones. Él pensó que podía ser una buena ópera prima, y se ofreció a producirla. Por supuesto, nada más empezar a leer la novela caí enamorado de esos personajes tan geniales que giran en torno a nuestro Benito Lacunza, protagonista crápula, desastroso y políticamente incorrecto, que acabará mostrando su enorme corazón». GARA

Una fábula rural sobre antihéroes y lo bueno de darse una segunda oportunidad

El director Félix Viscarret habla de personas corrientes y de segundas oportunidades, con «humor y ternura», en su ópera prima, «Bajo las estrellas», que se estrena hoy en los cines. La cinta, triunfadora en la pasada edición del Festival de Cine de Málaga, está protagonizada por Alberto San Juan, que da vida a «un antihéroe con un corazón como una casa», y que regresa a Lizarra, su pueblo natal. Basada en la novela «El trompetista del Utopía» (Tusquets), del donostiarra Fernando Aramburu, la película ha sido rodada a caballo entre Madrid y Nafarroa y cuenta en su reparto con Emma Suárez, Julián Villagrán y la niña Violeta Rodríguez. «Son personajes entre el humor y la ternura, la comedia y las emociones», dijo ayer en Madrid Viscarret, donde tuvo lugar la última presentación oficial de «Bajo las estrellas» antes de su definitivo estreno en las salas comerciales.

«Bajo las estrellas» cuenta la vuelta a casa de Benito (Alberto San Juan), un treintañero que malvive tocando su trompeta en tugurios de Madrid. Con la muerte de su padre, un antiguo requeté, decide regresar a su pueblo natal para cuidar de su hermano Lalo (Villagrán), que está a punto de casarse con Nines (Suárez), a quien Benito conoce de la adolescencia. La vida de Benito tomará sentido cuando conoce a Ainara (Rodríguez), la hija de Nines.

«Benito es un `viva la virgen', un antihéroe con el corazón como una casa, a quien es imposible dejar de querer», señaló ayer Viscarret, sobre un personaje «corriente, que de día vive en la cama y por la noche en los bares», como precisó San Juan. Nines, por su parte, «es una mujer vapuleada por la vida» y Lalo «un marciano muy entrañable».

«Mi personaje estaba muy definido en el guión», detalló el excelente actor Alberto San Juan, destacando que Benito «sobrevive dejando pasar la vida de largo, por si algo le hace daño». Pero no le da la espalda a la vida y se atreve a amar y a crear una familia fuera de los cánones clásicos establecidos. Esta comedia «que te hace reír y llorar, trata de personas en las que nadie ha confiado nunca, que andan solas y a la deriva y que un día se encuentran y confían unos en los otros», agregó sobre la que considera es «una historia romántica y de amor». GARA

PERSONAJES

Para Emma Suárez, retrata a «personajes que han apostado y perdido, lo cual les convierte en seres entrañables. Es gente que naufraga en la sociedad y que ha recibido muchos palos»

ROAD MOVIE

«Es una road movie a la navarra y un western por lo de un antihéroe que vuelve a casa a saldar una cuenta y encuentra personajes que viven en ninguna parte», dice Félix Viscarret

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