Un preso preventivo corso, Dominique Pasqualaggi, fue ingresado anoche en un hospital parisino en estado grave. El militante independentista, de 34 años, se precipitó desde una «ventana abierta» del tercer piso de la «sección antiterrorista» de la Policía Judicial francesa. A la espera de conocer más detalles sobre el grave suceso, conviene recordar un principio básico como es que el estado debe garantizar la integridad física de todas las personas detenidas. Cuando una persona pierde la libertad, es ése derecho el único que se le arrebata, lo que obliga a los funcionarios encargados de su custodia, en definitiva al Estado, a velar por que esa persona salga viva y en perfecto estado del lugar de detención.

Pasqualaggi estaba acusado de participar en un atentado a una sede del Ministerio de Economía en Aix en Provence y la Policía le interrogaba ayer sobre otras causas. Según la versión oficial, fue durante su estancia en la muy segura y vigilada «sección antiterrorista» parisina cuando el preso corso se precipitó desde una «ventana abierta». Como mínimo, estaríamos ante una negligencia que exige una rápida investigación y después una depuración de responsabilidades. Otras hipótesis, contempladas desde un país con casos como el de Xabier Kalparsoro Anuk, serían del todo inquietantes. Que se haga la luz sobre este oscuro caso.