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Orkatzategi y Aitzulo por las tierras de Lope de Agirre

Araotz es un valle escondido, hermosamente marginal, alejado con discreción de las aglomeraciones que marchan hasta el santuario de Arantzazu. Para llegar allí hay que querer ir; hay que hundirse por la carretera que bordea el embalse de Jaturabe, cruzar bajo ese paraíso de los escaladores que son las paredes de San Elías y llegar, por fin, al pequeño núcleo asentado en torno a una iglesia enormemente grande para la medida de los caseríos circundantes.

Aquí estamos ya. Dispuestos a iniciar un sencillo recorrido por uno de los entornos más bellos de Gipuzkoa. Dejamos el coche en la plaza (510 m) y comenzamos a caminar siguiendo la carretera ascendente que nos lleva hasta los caseríos más elevados de la barriada.

El asfalto finaliza junto al caserío Aizkorbe goikoa. Unos metros más adelante, encontraremos una indicación que nos orienta en una senda hacia los caseríos de Ugastegi. Un tenue sendero asciende a duras penas entre los herbales y cruza una vieja langa hasta entroncar con una pista. Seguimos a la derecha en sentido ascendente por un camino que se abre paso entre el bosque. Pronto sobrepasamos una langa pisando un terreno siempre húmedo por el barro y la hojarasca.

Emergemos a terreno abierto. Sobre nosotros vemos asentada en un altozano la pequeña ermita de Santakrutz, que tiene como retablo un grandioso panorama de montañas (810 m).

Al otro lado del valle, apegados a la ladera que desciende hacia Arneko erreka vemos algunos de los caseríos del barrio de Ugastegi, que pasan por ser los emplazados a mayor altura en Gipuzkoa.

La magia de Aitzulo

Hacia el norte se asientan unos amplios praderíos al fondo de los cuales se alza el promontorio de Orkatzategi. Hacia esa modesta cumbre dirigimos nuestros pasos siguiendo una pista que marcha paralela al tendido del gaseoducto. Los horizontes son ahora de gran amplitud. Las sierras de Aloña y Aitzkorri se alejan hacia el Este rascando en sus cimas más altas cúmulos densos de nubes blancas. Bajo nosotros, el valle de Araotz traza un gran circo verdeante salpicado de caseríos diseminados. En uno de ellos vino a este mundo uno los personajes más polémicos de nuestra historia como fue Lope de Agirre.

En un agradable paseo alcanzamos el inicio del descenso hacia el collado de Urrexola Garai. No es ese nuestro rumbo de hoy. Tomamos los senderos que se abren a la derecha bordeando la ladera hacia el Este festoneando un pinar. Unos cien metros más adelante, abandonamos el sendero y aprovechamos un pasillo herboso para ganar decididamente altura por una ladera. Así alcanzamos sin dificultad la cima de Orkatzategi (874 m).

La ladera suave por la que hemos llegado contrasta súbitamente con el impresionante corte por el que se precipita la vertiente opuesta. Allá abajo, en el valle de Leintz, vemos abrirse el ojal azulado del pantano de Urkulu, que da al paisaje un aspecto suizo.

Escorándonos ligeramente hacia el valle para evitar las franjas rocosas, descendemos hacia el Suroeste hasta alcanzar el collado de Aitzgain (730 m). Pasamos junto a un pequeño embalse. Seguimos sendas abiertas entre los helechos y los pastizales. Unas marcas amarillas/blancas nos confirman el sentido de la ruta. Los afloramientos cada vez más rotundos de los roquedos nos advierten de la proximidad de uno de los puntos clave de esta travesía: el túnel de Aitzulo.

El lugar es impresionante. Ante el caminante se abre un pórtico grandioso, un túnel natural que busca su salida en una abertura gigantesca colgada del precipicio sobre el fondo esmeralda de pinares lejanos. Este túnel natural es un atrio digno de brujas o de dioses, escenario propicio para akelarres o ritos de magia.

Saliendo del túnel, tomamos el sendero que hacia la izquierda se aleja de Aitzulo entre campos de helecho. Vamos así perdiendo altura acercándonos a los primeros caseríos. Las marcas amarillas y blancas nos abocan, primero a las pistas, y poco después a la carretera. Siguiendo por el asfalto llegamos en pocos minutos hasta un cruce. Una pista cementada que arranca a la derecha con gran inclinación nos devolverá al punto de partida.

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