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Raimundo Fitero

Recuerdos

Un año más recordamos que un día como ayer sucedieron en el mundo acontecimientos que cambiaron la marcha de la historia particular de unas comunidades, de unas sociedades o de una visión general de las relaciones entre los seres humanos. Los catalanes celebran una derrota que les confirma en sus deseos de ser una nación diferenciada, los chilenos recuerdan una traición y posterior desastre provocado por un general asesino, los norteamericanos el día en el que comprendieron que ellos también forman parte de este mundo y que podían sentir en sus carnes el horror de la violencia, los musulmanes más extremos recuerdan una acción de guerra que les colocó de nuevo como una comunidad a la que tener en cuenta, y así sucesivamente hasta que se agote el tiempo de los noticiarios.

De todos los acontecimientos quedan vestigios, residuos, secuelas. La peor de todas es mantener la excusa que los petroleros y constructores del entorno de Bush han tenido para momificar un conflicto que es una constante sangría de vidas humanas. Una guerra perdida en el terreno político y humanitario, posiblemente también en el militar, pero ganada para los especuladores y los vendedores de miedos y armas. Irak es la imagen del error, del horror, del terrorismo internacional más importante, el que encabeza el señor Bush y sus acólitos, y al que los jueces estrella, tan arrogantes y justicieros con unos, se rinden en pleitesía ante tantos hechos delictivos de importancia global y que tienen al planeta en una situación de alerta máxima.

Conmemoraciones, discursos, semblanzas, recuerdos, nuevas visiones. En una cadena nos recuerdan que Hollywood está en contra de la guerra de Irak, con películas en las que no se vende, precisamente, el discurso oficial. Nos cuenta que hay más películas críticas con la actitud de los EEUU en Irak que sobre la guerra del Vietnam. Huele a derrota total, a gasto militarista absolutamente desproporcionado, a una intervención enloquecida, guiada por el olor del dinero. En ello estamos, pero junto a estos asuntos que nos colocan ante la incertidumbre inmediata, nos insisten con el caso de la niña Madeleine. ¿Qué pasa con este caso?

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