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Miren Karmele Pastor Trabajadora de cocina y LABkide

Los oficios de servicios

Vale que nuestro puesto de trabajo de personal laboral de cocina y limpieza en ikastolas para el Departamento de Educación del Gobierno vasco es de los considerados en la sombra. Nadie brillará por realizarlos, aunque los haga muy bien. Vale que son traba- jos para los que no se exige titulación alguna, ni habilidades especiales (carné de manipulador de alimentos para cocina, eso sí).

Se supone que todo ser humano adulto puede hacerlos, porque son trabajos llamados «físicos». Bueno, claro que hay que usar también la inteligencia, pero sólo para aprender tu tarea. Básicamente ésta consiste en vender tu tiempo y fuerza física a cambio de un salario mileurista de supervivencia, realizando un trabajo imprescindible, eso sí, por estar creado para cubrir dos de las necesidades básicas de nuestros niños y niñas: la de ser alimentado saludablemente (personal de cocina y comedor) y la de disfrutar de óptimas condiciones higiénicas en todas las instalaciones de su centro escolar (personal de limpieza).

Así pues, para ambos colectivos la jornada laboral es fatigosa y, en el caso de cocina, con ratos de bastante estrés. Hay que dar de comer bien a muchos niños y, tras la marcha de los cientos de alumnos que han hecho su comida principal en el comedor, la misión del colectivo de cocina es limpiarlo todo, de modo que pueda colocarse en la puerta el cartel: «aquí no ha pasado nada».

Vale que en este sector servicios nadie busca trabajos vocacionales, sino que se suelen escoger por la necesidad de ganarse la vida honradamente, cotizando y poco más. Vale que en medios de comunicación se recuerda la existencia de nuestros colectivos de servicios -puro backstage social- si hay conflictividad laboral y hacemos huelga.

Está claro que el efecto pirámide social no ayuda a nuestra causa; a pesar de ello, al personal laboral de cocina y limpieza no le vale con ser el último de la fila al que el señor consejero de Educación se vea en la obligación de escuchar, sobre todo si tenernos al final de la cola se traduce en retrasar el sentarse a negociar un convenio justo para el sector servicios de la escuela pública vasca.

Un apunte de despedida. Aunque se trabaje duro, a este «sector último de la fila» le encuentro el encanto y la ventaja de que te permite conocer bien al género humano, porque nadie se preocupa de ponerse la careta para tratar con personas que hagan trabajos «humildes».

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