Victoria Mendoza Psicoterapeuta
Volver al cole, ¡qué horror y qué aburrimiento!
Terminan las vacaciones y comienzan para muchos estudiantes las clases, momento oportuno para hablar de temas relacionados con la educación: programas educativos, organización escolar, técnicas y dinámicas grupales, relación entre profesores, alumnos y padres de familia, exámenes, actividades extraescolares, técnicas y hábitos de estudio y mucho más, pero hoy me limito a hablar acerca de la nueva asignatura, Educación para la ciudadanía.
En mis años como orientadora educativa y sobre todo como coordinadora educativa pude comprobar que no puedes mejorar la calidad educativa si no corriges los errores educativos, si no reorganizas toda la administración educativa, si no corriges y adaptas radicalmente todos los programas educativos y, sobre todo, si no se tiene cuidado de reciclar a los profesores, formadores y, especialmente, directivos.
Esta asignatura es sólo un parche educativo que no va a resolver la problemática tan diversa y compleja que existe en el mundo de la educación. ¿Cómo vamos a enseñar a nuestros alumnos a mejorar las relaciones interpersonales si nosotros, profesores, no logramos ponernos de acuerdo ni coordinarnos en el trabajo docente? ¿Cómo vamos a enseñarles acerca de la democracia si nuestros políticos son los primeros en no entenderla ni aplicarla? ¿Cómo vamos a educar para la paz hablando de víctimas de terrorismo sin mencionar a presos y torturados? ¿Y qué derecho moral tenemos de enseñar moral cuando vivimos en un sistema corrupto, tan lleno de injusticias? No se trata de dar sermones, tampoco de enseñar valores o dar buenos consejos, ni de mediatizarnos con lecciones moralistas de cómo portarnos bien. Nada más lejos de la realidad. Sólo faltará agregar a nuestra nueva asignatura ciclos formativos para llegar a ser puros y santos.
La educación, con esta nueva asignatura, tiene objetivos perversos. Tienden a mediatizar mentes, a captar cerebros para las grandes empresas, a clasificar y etiquetar seres humanos, a quitar la poca creatividad y genialidad de los niños y jóvenes, evitar y anular toda iniciativa social radical, evitar conflictos y protestas sociales y políticas. Es imposible enseñar al ser humano a estar en paz con el mundo y consigo mismo si antes no le enseñas a entender el conflicto, a sentir su rabia, a conocer sus rasgos neuróticos, sus trampas mentales, sus bloqueos emocionales, sus autoboicots para triunfar, sus realidades sociales y políticas que no le permiten crecer y avanzar. No pueden entender lo que es la paz y la democracia, si les mentimos acerca de ello, si les ocultamos la realidad. No podemos entender y comprender la paz sin antes identificar, entender y trabajar nuestras propios conflictos y violencias. La ética profesional en la docencia comienza por nosotros, educadores y directivos docentes. Cambiar el sistema educativo significa comenzar a cambiar al mundo; por tanto, comencemos por corregir nuestros objetivos y nuestras actitudes educativas en coherencia con la realidad social y política.