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Petraeus es forzado a reconocer la falta de expectativas de la ocupación de Irak

Bajo el veto del presidente Bush, el mando militar en Irak se niega a reconocer lo inevitable: que tarde o temprano deberá iniciar una retirada importante de sus tropas. El general David Petraeus reconoció ayer implícitamente que comanda un barco a la deriva.

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El comandante en jefe del Ejército ocupante en Irak, David Petraeus, se vio forzado a reconocer que de ninguna manera podrían mantenerse los actuales refuerzos (30.000 efectivos) más allá de marzo de 2008 aunque no hubiera una mejora sustancial de la situación en el país.

El general, que comparecía por segundo día ante comisiones del Congreso, había aludido la víspera a la posibilidad de una retirada gradual de estos refuerzos para llegar en agosto del año próximo a mantener en Irak un contingente de alrededor de 130.000 soldados, los mismos que había antes de que Bush anunciara, a principios de este año, el fracasado plan de seguridad en torno a Bagdad.

Esta propuesta fue denunciada como vacía por parte de los analistas militares, que se encargaron de recordar que en ningún caso se podría mantener el contingente reforzado a riesgo de extender la duración de las misiones en Irak, fijada actualmente en 15 meses.

Cortinas de humo

Y Petraeus tuvo ayer que reconocer, en respuesta a la interpelación del senador demócrata Jospeh Biden, que sus alusiones a una retirada escalonada no son sino cortinas de humo, tal y como le recordó la prensa liberal estadounidense.

Difícil papeleta la de este militar, lanzado a los pies de los caballos por una Casa Blanca con nula capacidad de maniobra y que se ve superada por los hechos consumados. Similar estrategia fue la utilizada en la guerra de Vietnam.

Tanto Petraeus como el embajador de EEUU en Irak, Ryan Crocker, trataron de defenderse como gatos panza arriba y sacaron a pasear nuevos fantasmas, como el de Irán, para intentar justificar que no llevaban en la cartera un plan de retirada masiva y a corto plazo, tal y como exige la mayoría demócrata y una cada vez más clara mayoría republicana. Tal y como hizo saltanto del 11-S y Al Qaeda a Irak, la Administración Bush parece evocar el mismo camino de Irak a Irán, y alude esta vez a que Irak quedaría en manos del vecino persa en caso de retirada.

Aprovechando el aniversario del 11-S, la Casa Blanca trató de sacar rédito de viejos argumentos señalando que «luchamos contra los extremistas violentos en Irak, en Afganistán y en todo el mundo para no tener que combatirlos en suelo americano». Directo al corazón.

iRÁN

En su comparecencia, tanto el general Petraeus como el embajador en Irak, Crocker, trataron de justificar la negativa a una retirada alertando de que la gran beneficiaria sería Irán.

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