El encuentro de ayer entre el líder norcoreano, Kim Jong-il, y el presidente surcoreano, Roh Moo-hyun en la plaza del Centro Cultural 25 de Abril de Pyongyang fue calificado de «histórico». La propia Agencia Central de Noticias de Corea del Norte (KCNA) subrayó que la reunión de «los dos mandatarios tiene una importancia clave para avanzar las relaciones intercoreanas encaminadas a la prosperidad mutua y la unificación de la patria».

Una multitud los aguardaba agitando coloridos ramilletes hechos con flores de papel de color rojo y rosa. Un apretón de manos entre los dos líderes en la alfombra roja dio inicio a la solemne y ordenada ceremonia de bienvenida. La inesperada presencia de Kim Jong-il dio especial relevancia al acto pues, en un principio, se había anunciado que acudiría el jefe de Estado, Kim Yong-nam. La de ayer era también la primera vez que se veían cara a cara. Tras saludar a las autoridades norcoreanas Roh y su esposa, junto a Kim, pasaron revista a la guardia de honor del Ejército norcoreano.

En un mensaje escrito, el presidente surcoreano, al igual que su anfitrión, expresó su «emoción» por el «caluroso» recibimiento. Antes de llegar a Pyongyan y en un nuevo acto cargado de simbolismo, atravesó a pie la Línea de Demarcación Militar, fuertemente vigilada, que separa a las dos Coreas. En la cinta amarilla colocada para la ocasión se podían leer las palabras «paz» y «prosperidad». «Estoy cruzando esta línea prohibida en calidad de presidente. Cuando regrese a casa, mucha gente hará lo mismo. Entonces, esta línea de división desaparecerá y el muro caerá», subrayó antes de comenzar a caminar.

«Por una exitosa prosperidad»

Resaltó también que, a causa de esta valla, «nuestra gente ha sufrido demasiadas privaciones y el desarrollo se ha retrasado». Con el fin de superar esta situación, se comprometió a «realizar esfuerzos para que mi paso sea una ocasión para eliminarlo y movernos con vistas a la paz y la prosperidad».

Al otro lado, le esperaba una delegación surcoreana para continuar el trayecto en coche. Roh llegó a Pyongyan en una limusina descubierta, saludando de pie a la multitud que lo aplaudía. Está previsto que hoy mantengan dos encuentros bilaterales para tratar de asentar la paz en la península, que está técnicamente en guerra. El armisticio firmado el 27 de julio de 1953 entre Estados Unidos, Corea del Norte y China supuso el fin de la guerra pero nunca fue seguido de un tratado de paz.

La histórica jornada de ayer culminó con una cena oficial ofrecida por Kim Young-nam. «Espero que una exitosa prosperidad lleve a una vida mejor para nuestros pueblos», manifestó Kim.

«Por una paz perpetua y una reconciliación en la península de Corea», añadió Roh en el brindis al tiempo que abogó por «construir confianza».