Las últimas dos derrotas han dejado al Athletic en la parte baja de la clasificación. Cinco puntos en seis jornadas no es un gran bagaje y las comparaciones con los resultados cosechados por Mendilibar y Sarriugarte en las últimas dos temporadas no se han hecho esperar. La imagen es distinta, pero el crédito concedido puede agotarse en caso de que no se consiga una victoria frente al Almería. Se trataría de un grave error porque un proyecto deportivo como el que acaba de iniciar Caparrós no se puede medir con esta inmediatez cuando, además, lo importante es recuperar la estabilidad deportiva a medio plazo. Ése es su objetivo, cambiar la dinámica negativa de las últimas campañas y construir un equipo nuevo. Para eso firmó en su día un contrato por tres temporadas y nadie levantó la voz en su contra. Su fichaje fue avalado por una gran mayoría de la masa social, como se indicaba en las diferentes encuestas realizadas en el periodo electoral, y sus primeras decisiones como la de empezar los entrenamientos a primera hora de la mañana fueron aplaudidas. Además, durante el verano han llegado muchos jugadores nuevos y tiene la intención de ir dando entrada a jóvenes pese a que las exigencias del calendario han provocado las primeras dudas.

Pero debo reconocer que me da mucha rabia ver lo que dicen y escriben los mismos que no han tenido en otras épocas el mínimo reparo en atacar y desestabilizar los proyectos deportivos del club, en concreto desde un periódico como «El Correo español». Ahora piden paciencia, cuando con otros no han tenido la más mínima, y dicen que el calendario se presenta más factible a partir del domingo. Entre todos ellos, destaca sobremanera por la dimensión que le conceden con una columna semanal y un programa de televisión sobre el conjunto rojiblanco, Patxi Alonso. Parece que quieren convertirlo en el guía espiritual de la afición de San Mamés, y reclama confianza, tranquilidad, paciencia y lo que haga falta. Se da la circunstancia de que ese mismo periodista jugó en su día un papel fundamental desde su tribuna de la televisión pública vasca a la hora de provocar la destitución de Irureta, porque el equipo no ofrecía espectáculo a pesar de estar peleando por la UEFA. El tiempo pasa y está por ver si lo que ha cambiado son las personas o los intereses que defienden.