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«El exabrupto es lo más fácil, para mucha gente es lo que queda y crea opinión»

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Javier VizcaÍno
Premio Ondas por el «cocidito madrileño»

Javier Vizcaíno (Barakaldo, 1967) presenta el programa «Más que palabras» las mañanas de los fines de semana en Radio Euskadi. Los sábados incluye el espacio «Cocidito Madrileño», un repaso comentado con ironía a las tertulias más extremas que ha sido premiado ahora con un «Ondas» a la innovación radiofónica.

Iñaki IRIONDO |

Hace siete años, Javier Vizcaíno consiguió dar forma a algo que cree que a buen seguro pensaba mucha gente que oía determinadas tertulias radiofónicas: «Esto hay que grabarlo y enseñarlo, porque es increíble». Se puso manos a la obra y hoy dice «vivir casi esclavizado» por ello.

¿Hay un «equipo de audición» o lo hace usted todo?

Ahora mismo yo escucho el 80% y Javi Domínguez el resto. En la época en la que estaba con Dani Gómez lo teníamos más repartido. La ayuda del resto del equipo es haciendo el resto del programa. Casi todo se lo ha tragado mi cerebro.

¿Y ha notado algún efecto?

El mayor, que ahora mismo no me hace ninguna gracia. Tengo que darle muchas vueltas para encontrar el comentario gracioso. Me aburren. Ni siquiera me ponen de mal humor. A veces me sorprendo a mí mismo escuchando determinadas cosas casi con indiferencia y una actitud profesional, como el médico que mira dónde está el tumor, lo estirpa, lo saca y ya está.

Pero a la audiencia sí le gusta...

Sí y hay una cosa curiosa; que se ha ido incorporando audiencia nueva. Hay gente para la que ha perdido interés, pero cada año hay un montón de gente que lo descubre. Vivimos con esos entusiastas. Y hay gente de Catalunya y de Madrid, que fuera de aquí es donde más chuta, que lo descubren y flipan. Pero yo creo que después de un tiempo necesariamente tiene que aburrir.

¿Por qué cree que nos divierte escuchar cómo nos insultan?

No creo que nos divierta eso sino la forma en la que lo presentamos. Hay veces que lo que se dice es tan bestial que parece irreal y por eso parece divertido. Pero muchos de los comentarios escuchados en frío y en su contexto... si te los tomas en serio... no sé lo que hubiéramos hecho.

Pero eso que nos parecen burradas va calando del Ebro para abajo y formando opinión pública, incluso de gentes que no son de la derecha extrema...

Ese es el peligro más fuerte de esas tertulias y también lo que queríamos poner en solfa. Nosotros, dándole la vuelta, somos capaces de reirnos de ello, pero la realidad es que en los últimos quince años, y en los últimos diez aún más, esa opinión ha ido a misa y va a seguir yendo. Y hay gente muy-muy bien intencionada que cree que ésa es la realidad y te preguntan si es verdad que en las ikastolas tienen un armario para guardar el material para la kale borroka. Eso es lo terrible. Y me está asustando lo que está pasando con la Ley de Memoria Histórica. Están volviendo a resucitar a Franco tan ricamente. Antes disimulaban diciendo «yo no era de ésos», ahora ni se cortan.

Mayor Oreja dijo hace años en el Parlamento que la transición se había hecho con muchos complejos de la derecha. Ahora se los están quitando...

Los tienen totalmente quitados. En el libro que estamos preparando hay un apéndice para la desmemoria y ahí se escucha decir que si no hubiera sido por Franco ahora España estaría del lado de los checoeslovacos.

Estas tertulias calan en todos los ámbitos, porque ahí ha estado el PSOE durante el alto el fuego con el mensaje de ser más duro que el PP...

No sabría decir si es una influencia directa. Durante el alto el fuego, desde estos medios tenían clarísimo que había que cargárselo como fuera y consiguieron tener mucha más fuerza que los medios favorables al proceso, que actuaron con complejos a la hora de defenderlo. Si no hubieran actuado con tantos complejos y hubieran aprovechado la potencia que tienen, no digo que se hubiera arreglado, pero habría ido mejor.

¿Qué evolución ha observado en las tertulias en este tiempo?

Al principio eran antiabertzales pero, paradójicamente, todos los golpes iban para el PNV y algo para EA, aunque la ninguneaban. A la izquierda abertzale la descalificaban con una sola palabra, proterrorista, y no entraban más. Poco a poco incorporan a Catalunya, con ETA ahí al fondo. Cuando llega Zapatero, también es objeto de las palizas. Y ahí, de repente, la izquierda abertzale ya empieza a recibir de forma más variada. En el primer libro la izquierda abertzale sale muy poco, y en el nuevo libro ya se lleva una cuarta parte. El campo de lo que llamo «los acollejables» se ha ido ampliando, del nacionalismo moderado a todo pichichi, a la izquierda sea como sea, a todo al rojerío.

¿En estos siete años ha esperado quedarse sin condimentos?

Cada año pensaba que lo lógico sería quedarme sin materia prima. Pero han seguido y seguido. Y como son conscientes de que se repiten, entran en una espiral en la que cada día hay que soltar una más gorda. El caso más claro es el de Federico Jiménez Losantos. Ya le da hasta al Rey.

¿Por qué gentes que tendrían argumentos intelectuales para la crítica recurren al insulto?

Es lo más fácil y para mucha gente es lo que queda. Donde no llega el razonamiento, o puede ser aburrido, puede más el exabrupto. Y la otra parte fundamental es la pasta. En una tertulia de éstas te pueden pagar 600 u 800 euros por una hora y sin ser un primer espada.

¿Este premio demuestra que al menos algunos españoles también saben reírse de sí mismos?

No sé qué significa exactamente. La verdad es que han premiado varios programas cañeros. O igual, decimos en broma, era la única forma que la SER tenía de dar un premio a la COPE.

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«En una tertulia de éstas te pueden pagar 600 u 800 euros por una hora y sin ser un primer espada»

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