Kepa PETRALANDA

La única referencia oficial que ofrece algún dato sobre los trabajos de recuperación de la playa de Gorliz es un esquemático plan de obras facilitado por la Demarcación de Costas y colgado en la web municipal. Esta referencia pone de manifiesto, además, el retraso de los plazos establecidos, a añadir a la demora inicial; los trabajos debían haberse iniciado en junio, en coincidiencia con la apertura de la temporada de baños.

Según el plan, además de la demolición de uno de los aparcamientos, para finales del pasado octubre debían haber sido demolidas las construcciones -la mayoría establecimientos hosteleros- situadas sobre la arena; lo cierto es que, hasta el momento, sólo se ha derribado uno de los bares. Lo más llamativo es, sin embargo, la indefinición y despiste que rodea este capítulo. Estos días el resto de establecimentos permanecían cerrados y una persona que se encontraba en el interior de uno de ellos negó conocer cuándo iban a entrar las palas; ni siquiera supo asegurar que esto fuera a ser así.

Llama la atención el desfase que se da entre la envergadura de los trabajos, tanto en lo físico como en lo administrativo, y la falta de información respecto de los mismos. Así se comprueba al pulsar la opinión de los vecinos que pasean, cada día, por Astondo; cada uno ofrece una versión diferente.

El objetivo de las obras es ampliar la actual superficie de playa en torno a 60.000 metros cuadrados, con 6,71 millones de euros de presupuesto adjudicado a Bardera Obras Civiles y Marítimas y un plazo de ejecución de dieciséis meses. Para hacerse una idea de lo que busca el proyecto, cabe señalar, junto a la desaparición de los actuales edificios hosteleros y del actual vial de acceso, que se llevará atrás el actual muro del hospital, toda vez que desaparecerá el resto del muro, hasta el límite con la playa de Plentzia. También desaparecen los aparcamientos actuales. La «nueva» playa tendrá un paseo peatonal de casi tres kilómetros de longitud y nueve metros de anchura.

Nuevo acceso desde Uresaranse

Pero hay una cuestión de calado que tam-poco acaba de despejarse. La desaparición del actual vial de acceso, paralelo a la pla- ya, dará paso a un nuevo acceso, por Ure- saranse. La asociación naturalista Txipio Bai solicitó en setiembre pasado la suspensión cautelar de la ejecución del proyecto, en tanto en cuanto no existe un plan referido al entorno aledaño a la playa -un ecosistema dunar y de pinos único- ni tampoco un estudio de impacto sobre el mismo. Además, Txipio Bai apunta que no existe consenso ni debate en el pueblo, toda vez que, según asegura, «hay una mayoría contraria a la ejecución».

El Ayuntamiento de Gorliz, por su parte, ha anunciado recientemente el inicio de los trámites para la redacción de un Plan Especial «que contemple las afecciones derivadas del proyecto de playas y regule dicho ámbito de especial carácter medioambiental». Por otra parte, el Consistorio «impulsará la creación» de una comisión de seguimiento de las obras de acondicionamiento y ordenación de la playa de Astondo. En un comunicado, la alcaldesa, Emma Calzada, indica que se ha solicitado a la Demarcación de Costas un plan de obra para el debido control de todas las actuaciones a realizar. «Nos encontramos ante un proyecto de ámbito supramunicipal que afecta a dos municipios costeros, Gorliz y Plentzia, afectando en su gran parte a nuestro municipio», ha señalado la primera edil.

El Ayuntamiento asegura mantener «contactos permanentes» con la Dirección General de Costas, dependiente del Ministerio español de Medio Ambiente, así como con la empresa adjudicataria. La alcaldesa ha reafirmado, aunque no lo parezca, el compromiso de la Corporación gorliztarra por fomentar la participación e información ciudadana en torno a este proyecto.