La obra obligada, «Deus, qui illuminas», de Julio Domínguez, no fue lo más inspirado de su programa. Sin embargo, en «Hvad est du dog skjön», de Grieg, dieron mucho más de sí, con un elegante fraseo y una buena dinámica. Después, el Vocaal Ensemble Cantando, de Bélgica, tuvo una actuación irregular.

Las dos primeras obras, sobre todo «Ave virgo sanctissima», de Francisco Guerrero, estuvieron técnicamente bien, sin más. Sin embargo, resultaron muy superiores a los alemanes en la interpretación de la obra obligada, con mucha más finura sonora, y fraseo más amplio. El coro SYC Ensemble Singers, de Singapur, comenzó mostrando un exquisito refinamiento sonoro en la obra obligada, aunque su actuación se empañó con la última obra, «Hermana lluvia», de Grau, por un exceso de coreografía que llegó a cansar.

En la modalidad de folclore la interpretación más destacada de la tarde, la del Coro del Conservatorio Superior de Riga, hizo gala de estupendas voces, ímpetu y dinamismo. Bordaron la obra obligada, «Lili eder bat», de Lazcano.

Los venezolanos Cantoria de Mérida aportaron el estilo latino, brioso y de voces potentes, sin llegar a la clase de los letones. Destacaron en «Dame una ilusión», con arreglos de Modesta Bor.