Francisco Larrauri Psicólogo
Desconjuntado por la tortura
Hoy la información circula y a miles de kilómetros conocen y entienden las diferentes etapas históricas de Euskal Herria de una forma diferente a la de los vencedores de aquí y saben por medio de la Organización Mundial contra la Tortura que se tortura salvajemente, y sólo los maliciosos, generalmente los que exigen la condena de la violencia, lo quieren ignorar. Seguramente sin haber leído el precioso y justo elogio a la txapela de Fermín Gongeta, porque hace sólo unas semanas que lo escribió en estas páginas, saben de las señas de identidad de este país impregnado de un sentimiento legítimo y democrático, casi republicano, a querer decidir. También saben que los que convierten en ilegal nuestra historia, la forma de leerla y de entender el futuro son los que pretenden con un torticero estilo conjuntivo conseguir la unidad de este conjunto desconjuntado como definió al Reino oficial de las Españas el inglés Richard Ford en su «Manual para viajeros por España», de 1845. Y los que convierten en ilegales nuestras aspiraciones, saben que sus superiores, incluido el capo di capi, no necesitan explicaciones sobre el tormento diario que aplican salvo un error en la bolsa, en la bañera, en la patada en la cabeza, en la violación anal o vaginal, o en el estiramiento del pene o de los testículos.
Desde antiguo Euskal Herria ha sido, junto a Catalunya, la zona reconocida por visitantes y observadores como la más diferenciada y europea de la península ibérica, por tanto nuestra conjunción mítica, invisible, mira a Gran Sol y la conjunción perceptible descaradamente es partidaria del proyecto del estado de Euskal Herria. Aquí lo visible se vive como metáfora de lo invisible, y es una esperanzadora casualidad, aunque peligrosa, pensando en los amigos encarcelados del 18/98, coincidir en que más que nunca Euskal Herria está preparada para separase de España. Tal vez por esto, el rey español en su mensaje navideño, siguiendo la misma tradición que otros generales, pregonó la unidad de objetivos para conseguir la unidad española, aunque no existe un origen común que avale en el siglo XXI la tan deseada unidad. En fechas muy señaladas el inconsciente les traiciona y se puede interpretar que el discurso real confirma en definitiva que seguimos siendo, afortunadamente, un desconjuntado conjunto. Lo sabe toda la corte, pero no les gusta reconocerlo ni mucho menos que se lo recuerden. Y es que con la transición franquista el Reino de España está ahí, sin despegar, con la mirada atrás y añorando la patria tradicionalista y el paraíso perdido. Y si historiadores, científicos y viajeros a lo largo de los siglos han captado la modernidad y la diferencia de Euskal Herria, eruditos españolistas les han marcado las fronteras con un patriótico «Occidente acaba en los Pirineos». Esta grandilocuencia entonatoria tan característica de la parte dominante se repite modernamente con muchos dirigentes socialistas vascos y españoles que olvidan una vez más que la historia de Euskal Herria es el punto de partida de la experiencia colectiva y que el día de mañana será necesaria, con toda seguridad, una memoria reparadora ante los desmanes jurídicos «todo es ETA», o el eufemismo de «atar de pies y manos a ETA», que en el caso de Gorka Lupiañez y en el de Igor Portu Juanena da a entender más de lo que expresa.
Los jefes torturadores desconjuntan el país y militarizan las ideas. No queremos pertenecer a un conjunto español en que la tortura se convierte en un trabajo cotidiano y, por intereses políticos, los jueces convierten la tortura en un trabajo invisible. Sin someter a nadie, hemos sido y somos pueblo; así las cosas, no es el momento de aceptar el mismo olvido creador que tan mala experiencia ha dejado después de 30 años de transición española.
Los vascos hace años que iniciaron una singladura no exenta de peligros como toda empresa, pero heroica, y que tendrá el final que entre todos decidamos como realidad histórica. Estamos obligados a no olvidar nuestra historia para entender el futuro, aunque por ser odiosamente interpretada de acuerdo con el canon español e interesadamente difundida por maestros deudores con Madrid y también con París, algunos de los prejuicios sobre la historia y la cultura de Euskal Herria se encuentran todavía bastante arraigados en nuestro entorno. Circunnavegamos sin rumbos loxodrómicos al Oeste y después al Este, unimos práctica y teoría en multitud de áreas sociales y científicas, y este viaje, que sin duda incluye aspectos míticos, ha sido inaccesible al pensamiento convencional español, para quien antes que nada todos somos españoles. Cambiar este paradigma y desterrar la tortura es obligatorio para aprender a pactar con memoria reparadora y traer la paz a este pueblo.