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Maite Ubiria Periodista

Cuando desborda el pozo séptico

El caso Portu no es casual; que la sociedad vasca haya podido tener información precisa e independiente sobre su grave estado de salud sí es un hecho bastante inusual.

La existencia de la tortura no es nunca un hecho casual, obedece a las necesidades de un Estado empecinado en enterrar en cal viva la razón histórica de los vascos. Que los partidos pidan que se investigue la evidencia y soliciten comparecencias que nada aclararán es un hecho más bien circunstancial. Ahí está para demostrarlo su indolencia ante el duro y reciente testimonio de Gorka Lupiañez.

Han necesitado que este periódico haya mostrado ante la sociedad vasca un parte medico con el sello de un hospital de Osakidetza para romper su silencio. 30 años después, miles de denuncias después, decenas de informes después, necesitan esas pruebas por escrito para alzar la voz. Necesitan del rostro tumefacto de Unai Romano, necesitan del ingreso en la UCI de Igor Portu. Necesitan que falle el protocolo que se aplica desde hace décadas y asome la ignominia para plantear la mera denuncia política.

No es casual esa prevención a defender a estas víctimas, a defendernos a través de ellas a todos los ciudadanos y ciudadanas vascas de ser abusados en el futuro. Basta recordar a Javier Balza eludiendo la última denuncia de Amnistía Internacional con la frase-tipo de «la Ertzaintza no tiene condenas por torturas». Eso no es casual, señor consejero, lo que es puritita casualidad es que un torturado pueda aportar pruebas, que el juez las valore, que emita una sentencia, que ésta no sea revocada por un tribunal superior y que el castigo se aplique sin mediar una medida de gracia express.

Tribunales especiales y policías son los gestores a cuenta del Estado de un protocolo que consiste en asegurar que las mazmorras sigan en la penumbra. Partidos y medios de comunicación se sitúan a una distancia prudente, por eso cuando el pozo séptico desborda se sienten legitimados para elevar la voz y pedir... que alguien selle de nuevo esa pestilente fosa y se encargue de que no vuelva a fallar el mecanismo.

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