la copa en gasteiz
Con Pepu, Bennet y la leyenda de los pequeños
Gasteiz es una ciudad pequeña. En sintonía con su tamaño, en las ocasiones en que acogió la Copa (2000 y 2002), la gloria fue para Estudiantes y el propio Tau: dos pequeños de leyenda. Pepu Hernández y Elmer Bennet recuerdan para GARA esas dos citas.
Arnaitz GORRITI
Estudiantes campeón y Alfonso Reyes MVP. He ahí los titulares de la Copa 2000 en Gasteiz. Difícil de creer, ¿verdad? El reloj del Araba Arena llegaba a cero y el marcador mostraba un resultado final que no admitía dudas: Pamesa 63-Estudiantes 73.
Sin estrellas rutilantes, con los «futboleros» Real Madrid y Barcelona jugando entre ellos en cuartos de final, con un Estudiantes cuyo buque insignia, Carlos Jiménez, caía enfermo, con veteranos como Azofra, Aísa, Robles, Gonzalo Martínez, Vandiver y el «desatascador» Chandler Thompson y un imberbe Felipe Reyes que todavía no era sino un «júnior de oro» -tanto él como Pau Gasol dieron su primer fogonazo en Gasteiz- el conjunto del Ramiro volvía a ser «el mejor equipo de Madrid» y lo lograba con el «martillo pilón» cordobés conquistando los corazones de más de 9.000 aficionados que se rendían a un conjunto entrenado por un técnico barbudo y gurú del basket: Pepu Hernández.
«Destaco esas muy buenas sensaciones que no son muy abundantes en el deporte -declaraba a GARA el propio Pepu Hernández-, de querer sumar y apostar por el equipo. Cuando llega esa química especial -como, en mi caso, el Campeonato del Mundo de 2006- uno se siente fuerte, está completamente protegido y metido en competición de una forma especial. Éstas no son cuestiones puramente tácticas o técnicas, sino que entran en juego cuestiones de grupo, de colectivo, que considero muy importantes para que se pueda dar un paso más en la competición».
Nadie daba a Estudiantes como favorito, pero fue el mejor. Llegando a Gasteiz como cuarto en la Liga ACB, el equipo colegial se deshizo del tercero -Tau-, del segundo -Caja San Fernando- y del líder -el Pamesa de Miki Vukovic, Rodilla y Tanoka Beard-.
«Recuerdo que no tuvimos ningún agobio con los marcadores finales -añadía acertadamente el seleccionador español, ya que Estudiantes supo hacerse con la Copa tras derrotar con diez puntos o más a todos sus adversarios- y ganábamos con cierta holgura. Siempre he querido, además, que mis equipos vayan con la presión justa; esto es, pudiendo competir, pero sin que esa presión te paralice en un momento determinado. Esa buena sensación y equilibrio que pensábamos que llevábamos se dio. Pero no creo que fuera ninguna sorpresa -continuaba-, porque en la Copa ya no caben las sorpresas y cualquiera puede ganar».
Con el Araba volcado
La pequeña leyenda de Estudiantes se forjó con el Araba Arena volcado con el conjunto estudiantil, a pesar de que el Tau Baskonia de Julio Lamas -que sustituía a Salva Maldonado y que un año después sería reemplazado por Dusko Ivanovic, y que contaba con jugadores del carisma y la calidad de Bennett, Foirest, Oberto, Garbajosa, Mills, Morales, Nocioni..-. cayó en cuartos de final precisamente ante Estudiantes por 65-79. Hasta jugadores como lo hermanos Reyes, contra los que tanto ha gritado la afición baskonista, eran vitoreados por una afición gasteiztarra que, hermanada con la Demencia, hizo suyos a los del Ramiro.
«Estudiantes es un equipo que, por lo general, siempre ha caído bien. Lo que ocurría era que había una química muy especial entre las aficiones de Madrid y Gasteiz. Había una muy buena relación, como creo que existe. Es más, en otras Copas, como en la de Madrid en 2006, las aficiones compartían no ya la cancha, sino las cafeterías y los bares de alrededor. Esa sensación tan buena no se limita a la `fiesta deportiva' de la Copa, sino que trasciende a la `fiesta social'».
La leyenda de los pequeños se cimenta en minúsculos detalles que se convierten grandes. Pepu Hernández se sorprendía de «las palizas que se metían los entrenadores ayudantes, Ángel Goñi y Javier González, que se quedaban hasta las cinco de la madrugada repasando para que tuviésemos una buena información al día siguiente. Todo el mundo aportó y colaboró en aquella victoria».
2002: el año del doblete
Dos años más tarde, la Copa volvía a Gasteiz. El nuevo Tau Baskonia -acaso el mejor de la historia- no se dejaría sorprender ya por nada ni por nadie. No se sabía aún, pero aquel año iba a traer el doblete para el conjunto baskonista, dejando, por fin, de ser pequeño para incluirse, definitivamente, entre los grandes de la ACB.
El Tau de Ivanovic dio el primer paso para romper la maldición del anfitrión. Lo hizo derrotando al ambicioso DKV Joventut, que plantó cara durante los 40 minutos, no rindiéndose nunca ante el poderío gasteiztarra. Y es que el Tau no pudo alzarse con el deseado triunfo hasta que, a falta de cuatro décimas y con un tiro de un joven Luis Scola, obtuvo la victoria por 74-72.
En semifinales todo parecía perdido para el cuadro baskonista en el minuto 28, cuando Unicaja ganaba por 39-53. Los gasteiztarras venían de disputarle de tú a tú la final de la Euroliga a la Kinder de Bolonia de Ginóbili, Rigaudeau, Smodis... Fiel a la mentalidad ganadora inyectada por Dusko Ivanovic, el equipo no se rindió, sino que apretó los dientes en defensa, impidiendo al conjunto malagueño anotar durante seis minutos mientras, martilleando continuamente por el trío formado por Bennett, Corchiani y Scola, sellaba su pase a la final por 73-63.
Sin embargo, si la Copa de Gasteiz de 2002 tiene una imagen, esa es la canasta de Elmer Bennett en la final ante el Barcelona. El base estadounidense se levantaba desde cinco metros y, con la fortuna del tablero, elevaba al luminoso el 85-83 definitivo. Poco tiempo después, ese arrojo sería conocido como «carácter Baskonia».
«Fue una Copa increíble y un año mágico para nosotros, donde conseguiríamos el histórico doblete. La verdad es que esa última canasta pudo ser un poco afortunada, pero las que entran tras tocar el tablero valen igual», confiesa a este rotativo el propio Bennett. Y es que, aunque el merecido MVP fue a parar a las manos de Dejan Tomasevic, «Benito» lo tenía, y lo tiene, claro: «Me gusta jugarme los balones importantes cuando el partido está caliente. Si los meto bien y si no, no pasa nada. Esto es un juego. La virtud de los grandes es levantarse después de caer. Trabajo cada día para estar preparado».
No era la primera Copa ganada por Tau Baskonia con Bennett de protagonista, pero sí la primera en 18 años que veía ganar a un anfitrión.
«Jugar ante 9.000 personas es fantástico y este trofeo hay que dedicárselo a la afición que nos estuvo apoyando todo el campeonato. Sabíamos que para Gasteiz era muy importante ganar esa Copa porque hacía tiempo que no conseguían ningún título, y ver la alegría de los aficionados gasteiztarras fue para mí una satisfacción inolvidable».
En el año 2000 la afición baskonista abarrotaba las gradas del Araba Arena incluso después de que Tau Baskonia quedara eliminado. Hermanado con la «Demencia», la «fiesta deportiva» trascendía en una gran «fiesta social».
Elmer Bennett no se arruga nunca, por eso buscó y encontró la victoria de la Copa de 2002 con su último lanzamiento. «Lo máximo a lo que puede aspirar un deportista es decidir un título con un tiro suyo y poder brindárselo a su club».
El año 2002 hizo grande a un equipo pequeño como Tau Baskonia. Pero el buen juego, la calidad de los jugadores, el acierto o incluso la suerte quedaron eclipsados por un concepto que, desde entonces, define como nada el devenir baskonista: el carácter.