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¿Para qué viaje todas estas alforjas?

Josu MONTERO | Periodista y escritor

Sólo el 9% de los ingresos de las compañías procede de la taquilla. Sólo el 9% de los teatros del Estado español no son de titularidad pública. Son datos hechos públicos en el III Foro Escenium, que terminó ayer en Bilbo; en él se ha analizado la situación del teatro desde una perspectiva económica y mercantil; es lo que tiene el capitalismo del bienestar, que todo acaba en la voraz cadena productiva que todo lo engulle. Y como dice Roberto Bolaño en «2666»: «Es demasiado tarde para salir indemne de la pesadilla». Como una de las posibles medidas ante ese ridículo 9% se ha sugerido la brillante idea de subir el precio de las entradas; dado que Escenium está organizado por la Red de Teatros Públicos, la idea se califica por sí sola. A mí se me ocurre otra: abolir la fea costumbre de las invitaciones a tutiplén, cuyos beneficiarios -políticos, funcionarios y amiguetes varios- esos sí, se pueden permitir aflojar unos euros.

Sea como fuere, nuestros escenarios echan humo este fin de semana. Coinciden en ellos dos auténticos «clásicos» del teatro hispano actual, dos de sus piezas más exitosas; una ya tiene más de veinte años y en esta ocasión la dirige en el Teatro Barakaldo su propio autor, nos referimos a esa comedia costumbrista que es «Bajarse al moro», de J. L. Alonso de Santos; la otra es mucho más reciente, el primer bombazo del teatro catalán del siglo XXI, «El método Gronholm», el negro thriller laboral de Jordi Galcerán, cuya versión en euskara a cargo de Txalo se presenta en el donostiarra Teatro Principal. Casualmente el viernes que viene podremos ver en Santurtzi «Carnaval», la última obra de Galcerán.

Y si el pasado fin de semana estuvo en Bilbo uno de los énfants terribles del teatro actual, éste está en Gasteiz otro. Estuvo en el Arriaga Álex Rigola, quien intentó la misión imposible de llevar a escena «2666», la colosal novela póstuma de R. Bolaño. Y está Calixto Bieito en el Principal de Gasteiz con «Los Persas», esa libérrima versión a ritmo de rock duro en directo del drama de Esquilo, en el que nos topamos con los legionarios españoles en Afganistán. Tanto Rigola como Bieito son capaces de firmar trabajos superlativos, pero también otros más que cuestionables; y si esa maravilla tan ignorada en los recientes premios Max que es «Plataforma» supone la cara de Bieito, «Los Persas» está más cerca de la cruz.

A partir de la hiperpremiada peli chilena «En la cama», Maskarada ha montado su «Ohean»: dos amantes casuales que no salen del lecho en toda la función. La monta por partida doble, en euskara y castellano; directores, equipos y propuestas diferenciadas. Carlos Panera y Tamzin Townsend, respectivamente, las dirigen; y la primera de ellas, con versión de Unai Elorriaga, se preestrena mañana en Markina. A fin de mes podremos ver ambas en el Arriaga.

Y hoy en Zornotza y el lunes en las Jornadas de Eibar está Daniel Veronese, uno de los autores y directores argentinos más necesarios, fundador del ya legendario grupo Periférico de Objetos. Veronese es, además, uno de los dramaturgos que mejor titula: «Espía a una mujer que se mata» -su relectura de «Tío Vania» de Chejov, que pone aquí en escena-, «Un hombre que se ahoga», «Mujeres soñaron caballos»... Pero también están Tiztina en Zizur Nagusia y el Teatro Corsario en Durango, ambos más que recomendables, y... ¡¡¡pufff!!! Ante semejante abundancia, a veces me paro y me pregunto...

 
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