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El Parlamento francés pasa página al autorizar ratificar el Tratado de Lisboa

El Parlamento francés daba ayer luz verde a la ratificación del Tratado de Lisboa, casi tres años después del «no» de los galos al proyecto de Constitución europea que hundió a la UE en una profunda crisis. Una amplia mayoría aprobó en la Asamblea el proyecto de ley que autoriza la ratificación, resultado que se esperaba se repitiera por la noche en el Senado, lo que permitirá tratar de pasar página a París.

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En una votación «solemne», la Cámara de los diputados del Estado francés aprobó por 336 votos a favor, 52 en contra y 22 abstenciones el proyecto de ley que autoriza a París a ratificar el Tratado de Lisboa, aprobado el pasado mes de octubre por los líderes de los 27 miembros de la Unión Europea (UE) y firmado en la capital lusa el 13 de diciembre. El nuevo tratado sustituye al fallido proyecto de «Constitución europea» que los ciudadanos galos rechazaron en referéndum en mayo de 2005.

El Senado tenía previsto examinar y votar el proyecto anoche o, a más tardar, hoy. La firma del texto por el presidente, Nicolas Sarkozy, o su primer ministro, François Fillon, supondrá la ratificación formal del tratado simplificado y hará del Estado francés el quinto Estado de la UE en pronunciarse. Antes lo habían hecho Hungría, Eslovenia, Rumanía y Malta.

Cierre en falso

A cinco meses de asumir la Presidencia semestral de la UE, el Estado francés tratar así de pasar página cerrando en falso la crisis provocada por el «no» de 2005, aunque persisten las divisiones sobre Europa entre los socialistas, que volvieron a quedar patentes ayer. Los partidarios del ex primer ministro Laurent Fabius anunciaron que no participarían en la votación para protestar por la negativa a convocar una consulta. Los parlamentarios «no pueden sustituir al pueblo», afirmó Fabius.

Durante su campaña al Elíseo, el conservador Nicolas Sarkozy abogó por un «mini tratado», luego rebautizado «simplificado», que retomara lo esencial de las reformas institucionales de la fallida «Constitución europea». Sarkozy también prometió que presentaría el nuevo texto para su votación parlamentaria al tiempo que excluyó convocar un referéndum, tal y como solicitó toda la oposición.

En mayo de 2005, el 55% de los votantes franceses rechazaron en una consulta popular el proyecto de «Constitución europea», seguidos pocos días después por los holandeses.

Ese doble «no» sumió a la UE en una crisis y una parálisis institucional, de la que trata de salir con este tratado, cuyo proceso de ratificación debe concluir este año para que entre en vigor a comienzos de 2009 -si es posible, el 1 de enero-, antes de las elecciones europeas de junio.

«Es una gran victoria para Francia, que después de haber sido el país que bloqueó la construcción europea se ha convertido en el país que sacó a Europa del bloqueo o que ha contribuido ampliamente a la salida del bloqueo», señaló el portavoz del Elíseo, David Martinon.

El secretario galo de Asuntos Europeos, Jean-Pierre Jouyet, recalcó tras el debate que el Tratado de Lisboa permitirá «devolver el aliento al ideal europeo» y, dirigiéndose a los partidarios del «no», añadió que el nuevo texto «será lo que hagamos de él en el terreno de la política económica, social y fiscal».

Sarkozy, por su parte, manifestó que «el `no' francés podría haber sido catastrófico para Europa. Imaginen un segundo rechazo de Francia y su exclusión de la construcción europea».

El nuevo tratado, que se redactó especialmente para evitar a los países miembros de la UE una ratificación por referéndum, enmienda los anteriores y renuncia a los elementos simbólicos que preveía la fallida Constitución, como son el reconocimiento formal de la bandera o el himno de la UE.

Dotará a la Unión de un presidente estable (designado por los jefes de Estado y Gobierno de los países de la UE para un mandato de dos años y medio, renovable una vez) y del equivalente a un ministro de Exteriores, aunque con otra denominación. Las especulaciones en torno al nombre del futuro presidente ya han comenzado, alimentadas por declaraciones públicas de Sarkozy, quien mencionó a los ex primeros ministros británico Tony Blair y luxemburgués Jean-Claude Juncker.

Se ampliará el campo de las decisiones por mayoría cualificada, que se adoptarán por el sistema de doble mayoría (el 55% de los estados que representan el 65% de la población de la UE), y se reforzará el poder de la Eurocámara y los parlamentos estatales.

Aplazamiento en Eslovaquia

Coincidiendo con el debate parlamentario en el Estado francés, también ayer el Parlamento de Eslovaquia debía haber ratificado el tratado, pero la discrepancia de los partidos en torno a la nueva ley sobre la prensa motivó la negativa, por tercera vez consecutiva, de la oposición a participar en la votación, por lo que ésta quedó aplazada sine die. La oposición eslovaca, que es favorable al Tratado, exige que se presente una versión «más democrática» de la ley sobre la prensa antes de votar el nuevo tratado, cuestión que rechaza la mayoría del primer ministro, Robert Fico.

Muchos de los veintisiete estados de la UE no han fijado aún un calendario para la ratificación del Tratado. Alemania se comprometió a hacerlo en el primer semestre de 2008 y el primer ministro polaco, Donald Tusk, abogó por evitar «retrasos inútiles», pero otros estados, como el español o el sueco, no tiene previsto votar hasta noviembre. En Holanda, el Gobierno «se esfuerza por concluir el proceso de ratificación en 2008».

El alto número de indecisos aviva en Irlanda el fantasma del «no» a Niza

El resultado del referéndum irlandés sobre el Tratado de Lisboa parece ganado, pero el gran número de indecisos, un 64%, ha hecho resurgir el fantasma del rechazo del Tratado de Niza en 2001, que abocó a Bruselas a un callejón sin salida. Irlanda es el único estado de la UE que someterá el nuevo texto a referéndum, tal y como le obliga la Constitución.

Los republicanos de Sinn Féin se han posicionado en contra del tratado.

El 8 de junio de 2001, el 54% de los irlandeses votó «no» al Tratado de Niza, que pretendía reformar las instituciones europeas. Todos los sondeos y los dirigentes políticos se equivocaron. Un año más tarde, el texto fue aprobado en una segunda consulta por el 63% de los votos. Pero el rechazo de 2001 demostró que el «no» podía triunfar en un país profundamente europeo, admite Dick Roche, secretario de Estado para Asuntos Europeos, quien asegura que «nos enfrentamos a un importante reto».

No hay fecha, pero la prensa habla de fines de mayo o principios de junio. Las últimas encuestas cifran en un escueto 26% los favorables al Tratado. GARA

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