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crónica | vigesimoséptima edición de arco

Los nuevos pabellones de la feria internacional no son país para viejos

Piensa con los sentidos y siente con el pensamiento» era uno de los lemas de la última feria mundial de Kassel y ese es el espíritu que anima la casi infantil frescura de las galerías donde están los «nuevos» de Arco'08, que, parafraseando a los Coen, parece cada vez más evidente que «no es país para viejos».

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Concha BARRIGÓS

Brasil, país invitado de esta edición, refleja en su selección de galerías el aire renovador que bulle en el arte que se está haciendo en el mundo, una onda que también ha alcanzado a algunos expositores de los programas comisariados, todo ello en la planta superior del pabellón 14. Allí, en lo alto, alejados de las cámaras que acribillan las obras-espectáculo que ocupan ángulos estratégicos de los stand del programa general y Arco 40, fascina, en la galería Mariana Moura, la delicadeza de los suelos hechos con piezas de dominó del brasileño José Patricio o los «arrullos» de palabras de Laura Erber en Novembroarcontemporanea.

Entre las propuestas de Solo Projects -una selección de 47 galerías que presentan obras de un solo artista- resplandece la vídeo instalación de la venezolana Magdalena Fernández Arriaga, en Henrique Faria Fine Art, en la que cuadrados y rectángulos se deshacen en morosa vibración.

La galería española Helga de Alvear ofrece las fotografías del alemán Axel Hütte, que echa una inspirada mirada a los jardines de Aranjuez y la luz de la mañana que se refleja en sus estanques.

Al lado de los «artefactos» que exhiben las galerías consolidadas en la planta baja también asoman delicatessen como las que alberga la navarra Moisés Pérez de Albéniz de Miren Doiz y Txomin Badiola -este último también en Soledad Lorenzo-, o las construcciones de Eduard Arbox y Pep Durán en Alejandro Sales.

Miren Doiz fue ayer noticia, ya que una de sus fotografías ha sido adquirida por la Fundación Coca Cola, que ha comprado, asimismo, un vídeo de Manu Arregui, otro de nuestros artistas con mayor proyección.

En la galería italiana Alfonso Artiaco se puede admirar un vídeo «levitante» de otro artista vasco, Sergio Prego, y en la de Álvaro Alcázar los fogonazos fotográficos de Kimiko Yosida.

«El arte tiene que proponer y hay galerías que ya sobran en este contexto, por eso, para ellas, debería hacerse una feria paralela al estilo de Basilea», asegura el creador español Vargas, que tiene muy claro que muchos artistas que no están es porque «han cedido» ante el empuje de los jóvenes, «sabios en utilizar todas las herramientas de este mundo globalizado».

Valores seguros

En esta «feria de galerías, no de artistas», siguen siendo «valores seguros» los «picassos, juan gris y mirós», que no bajan de los 150.000 euros pero muy lejos de los más de 20 millones de euros que la Malborough pide por un «bacon».

El propietario de una de las salas más reputadas confesaba que en sus cuarenta años como galerista siempre había soñado con un momento como el que vivió el pasado miércoles: Norman Foster y Plácido Arango interesándose al mismo tiempo por sus cuadros, que poco después exhibían el «punto azul» de los que ya se han reservado o vendido.

Otros galeristas, nuevos y «viejos» aplauden la «valentía» de la directora de Arco, Lourdes Fernández, por cortar con «tradiciones» que recortaban las alas de la feria, en referencia a la institucionalización de algunas galerías que en esta ocasión ya no están.

El resultado de la «intervención» -otra de las palabras fetiche en la feria- del arquitecto Juan Herreros en los pabellones convence también a la mayoría, que valoran la desaparición de los «favoritismos» que suponía la anterior distribución en pasillos y la mejora, «notable», de los servicios generales.

 

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