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Los «nueves» de finales de los ochenta, técnicos de dos históricos veinte años después

Marco van Basten y Jurgen Klinsmann fueron dos de los mejores delanteros europeos de finales de los ochenta y principios de los noventa. Ambos, nacidos en 1964, han dirigido a sus selecciones antes de dar el salto, en junio, a dos de los clubes más grandes de sus países.

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Beñat ZARRABEITIA

La retina de los grandes aficionados guarda como oror en paño la increíble volea de Marco van Basten a la antigua URSS en la Eurocopa de 1988. Asimismo, el recuerdo del hincha tiene un sitio para el oportunismo y acierto de Jurgen Klinsmann, digno heredero del «nueve» alemán, en su caso el 18, que antes ha- bían portado Gerd Müller o Rummenigge.

Ambos fueron los delanteros centros de dos selecciones unidas por una fuerte rivalidad histórica, Alemania y Holanda, y también compartieron dicha pugna en Milán, cuando defendieron los colores de cada uno de los grandes equipos de la ciudad.

Los paralelismos entre ambos son más que evidentes. Los dos nacieron en 1964, tuvieron su primera oportunidad en el gran escaparate futbolístico en 1988, iniciaron los 90 en la capital lombarda y pusieron el punto y final antes de lo previsto. Fuera del verde, pasaron a desempeñar las labores de seleccionador nacional nada más cumplir los cuarenta años. Además, para cerrar el círculo, a partir del próximo mes de junio tomarán las riendas de los banquillos de los clubes más importantes de sus países. Así, Marco van Basten entrenará al Ajax y Jurgen Klinsmann dirigirá al Bayern de Munich.

Como jugador, «el cisne de Utrecht», como era conocido el holandés, fue un futbolista excelso. Debutó con el Ajax a los 18 años, ganó tres veces la Eredivisie con el equipo de Amsterdam y, con el título de la Recopa bajo el brazo, ganada al extinto Lokomotiv de Leipzig, dio el salto al Milan. Van Basten llegó a Italia después de que el equipo de Berlusconi abonase una cifra récord en la época: más de dos millones de dolares.

En el Calcio, pese a un primer año plagado de lesiones, el holandés se confirmó como el mejor delantero del mundo en aquel momento. Clase, goles y un estilo impresionante fueron vitales para que los rossoneros ganaran tres Ligas y dos Copas de Europa, la Orange la Euro del 88 y, en lo personal, nada más y nada menos que tres balones de oro.

Sin embargo, las lesiones destrozaron su carrera con 29 años. Dicen que era «futbolista sobre los tobillos de una bailarina» y esto le obligó a dejar el fútbol. Diez años después, junto a su amigo John Van't Schip, cogió las riendas del filial del Ajax. Pero fue una mera estación, ya que en el verano de 2004 fue nombrado seleccionador de Holanda.

Al mando del equipo naranja, Van Basten entró en el Mundial de Alemania, donde los holandeses quedaron fuera en octavos en un bronco partido ante Portugal. Fue un papel discreto, pero su Federación le ofreció la continuidad. Después no faltaron las críticas, basadas en su enfrentamiento con jugadores de peso como Van Nistelrooy o Van Bommel, durante la fase clasificatoria para la Eurocopa de Austria y Suiza.

A pesar de todo, el de Utrecht siempre ha tenido un gran mentor: Johan Cruyff. Fue su técnico en el Ajax -le sustituyó el día de su debut-, y lo había recomendado a Laporta para dirigir al Barcelona. Ahora, pocos días después del anuncio del retorno de Cruyff al club, se confirmó el fichaje de Van Basten como técnico para cuatro años.

Klinsmann, por su parte, no tuvo tantos logros individuales, pero sí jalonó su carrera con múltiples títulos en lo colectivo como el Mundial de Italia o la Eurocopa de Inglaterra. A los 20 años debutó en el Sttutgart, club del cual saltó al Inter. Allí, junto a Matthäus y Brehme, logró el último Scudetto en igualdad de condiciones logrado por los neroazzurri. Pero sus motivaciones personales y el ansia de cambio de la entidad le llevaron a fichar por el Mónaco y, después, por el Tottenham. Clubes donde brilló, lo cual le valió para fichar por el Bayern.

Tras el Mundial de Francia colgó las botas y se desplazó a California. Con 39 años bajó de nuevo al césped en una liga de desarrollo bajo el apodo de Jay Goppingen -apellido en honor de su localidad natal- antes de que se le planteará la posibilidad de entrenar a Alemania. Los primeros meses estuvieron repletos de críticas, hasta que los germanos fueron terceros en su Mundial.

Instalado en el éxito, Klinsmann dejó el cargo y se retiró de nuevo a California. En los últimos meses su nombre salió en la órbita del Tottenham o la selección inglesa, pero fue el Bayern de Munich quien anunció su contratación el pasado 11 de enero.

 

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