El pretendido efecto revulsivo buscado con la destitución de Josu Uribe se ha quedado, de momento, en nada, ya que el estreno de José María Salmerón se pareció en exceso a los capítulos anteriores del Deportivo Alavés fuera de Mendizorrotza.

Sin alcanzar las dosis de impotencia de la última salida en Carranza, el guión de ayer en el Heliodoro tuvo los mismos ingredientes de salidas pretéritas -inseguridad defensiva a balón parado, negación creativa, falta de combinación por bandas y aislamiento de Aganzo en punta con absurda expulsión- y el resultado del cóctel fue otra derrota que puede dejar al equipo en puestos de descenso si el Nastic rasca un empate en su casa ante el Las Palmas.

Como el nuevo técnico albiazul no ha tenido tiempo para trabajar -dos días con sesiones dobles en una secuencia que no es la más aconsejable- la similitud del choque con los de la etapa anterior y la coincidencia de los discursos de ambos técnicos al término del partido -destacando la predisposición de los jugadores, pero lamentándose de su falta de consistencia- el partido de ayer ha de servir como un curso acelerado para detectar todos los problemas que debe tratar de arreglar.

Aunque su abanico de posibilidades era muy reducido por las sanciones, la «revolución tranquila» pregonada por Salmerón no lo fue tanto y su primer once inicial tuvo novedades significativas como la vuelta de Bernardo a la portería y el debut de Dado Stevanovic en banda derecha, con Mena en el carril izquierdo.

Pese a que fue el esloveno el que tuvo la primera oportunidad en un balón franco que mandó a las nubes con la zurda, las variaciones no evitaron un comienzo de partido que condenó las opciones albiazules de volver con algo positivo.

Como ya había sucedido tantas veces, el Tenerife no tuvo que hacer apenas nada para adelantarse en el marcador, aunque antes de marcar Nino había estrellado un balón en el palo derecho de Bernardo tras ganarle la espalda a Gaspar.

Otra vez a balón parado

Apenas habían transcurrido diez minutos cuando la endeblez defensiva a balón parado obligó al Alavés a tener que jugar contra el marcador. Hormiga centró una falta lateral, Juanma conectó un buen cabezazo que Bernardo despejó a duras penas pero el rechace le cayó a Marc Bertrán que, completamente solo, batió al extremeño.

Al equipo gasteiztarra le volvía a tocar remontar y sus carencias a la hora de tomar la iniciativa volvieron a salir a relucir ante un Tenerife que incluso tuvo dos buenas opciones de ampliar la renta en un disparo de Óscar Pérez y en un balón al que Nino no llegó por poco.

Con Stevanovic desubicado y Mena y Sergio desaparecidos en su nebulosa particular, las vías para conectar con Aganzo no existieron, con lo que el delantero madrileño tuvo que vaciarse una vez más en su guerra particular contra toda la defensa canaria, con el peligro de tarjetas que eso conlleva en un jugador tan efusivo. Aunque paulatinamente lograron igualar la posesión del balón, los albiazules apenas inquietaron a su ex compañero Juan Pablo.

La reanudación pudo volver a ser letal, pero afortunadamente Bernardo sacó una gran mano al remate de Óscar Pérez tras una buena jugada por la derecha. La parada del portero que volvía al que el año pasado había sido su estadio mantuvo con vida al Alavés e incluso se llegó a creer en la remontada en diez minutos para la esperanza.

La entrada de Coromina en el carril izquierdo le dio más consistencia al equipo y los dos únicos fogonazos de Mena en un disparo alto y un pase en profundidad a Aganzo alimentaron la ilusión, pero los méritos seguían siendo escasos.

Salmerón lo intentó quitando a un pivote y dando entrada a Jairo pero los intentos resultaron baldíos y todo se estropeó aún más con la expulsión de Aganzo por doble amarilla.