Los locos del bisturí
«Despierto»
El miedo al quirófano es explotado en este thriller, cuyo protagonista es víctima de una conspiración, de la cual será consciente por medio de la experiencia sensorial «percepción intraoperativa».
M. INSAUSTI | DONOSTIA
Dice el debutante Joby Harold que se le ocurrió la idea de «Despierto» cuando sufrió un cólico provocado por una piedra en el riñón, ya que para aguantar el dolor tuvo que pensar en su propia vida a partir de una situación tan delicada. Los productores han incluido al comienzo de la película una advertencia, que va dirigida a los espectadores que estén pendientes de someterse a alguna intervención quirúrgica, a fin de que no se sientan afectados por lo que van a ver.
Los antiguos que padecemos el miedo cerval al bisturí lo seguiremos teniendo, con o sin un thriller de sustitutos de por medio. El tal Harold transmite en la pantalla lo que se denomina «percepción intraoperativa», que sería la experiencia resultante de sentir el efecto de la anestesia de forma parcial, con lo que el paciente que está siendo operado puede escuchar las conversaciones de los médicos y notar lo que le están haciendo en su cuerpo. En tal tesitura el dolor físico vendría a ser sustituido por la angustia de ser consciente de todo y no poder expresarse, un poco a la manera de lo que les sucedía a los protagonistas de «Johnny cogió su fusil» o «La escafandra y la mariposa». Pero a diferencia de estas películas, dicho trance sirve de pretexto para una intriga de suspense que deriva hacia la teoría de la conspiración, tal como le solía gustar al maestro Hitchcock. Hayden Christensen está inmóvil en la mesa de operaciones, lo que no le impide percibir que los cirujanos no están por la labor de curarle, realizando el trasplante urgente de corazón que necesita, sino que parece que quisieran dejarle morir.