CRÓNICA | Moción de censura
Nafarroa Bai acoge con resignación el «abrilazo» del PSN en Barañain
Tras el «agostazo» del que sigue doliéndose, a Nafarroa Bai le llega ahora el «abrilazo» de Barañain. El PSN consumó ayer la traición al pacto firmado en junio pasado por Carlos Chivite y le quitó la Alcaldía para regalársela a UPN sin dar siquiera explicaciones. La coalición optó por la resignación, mientras la izquierda abertzale protestaba en la calle.
Ramón SOLA
Nafarroa Bai perdió ayer su mayor Alcaldía, la de Barañain, el tercer Ayuntamiento de Nafarroa con 22.400 habitantes. La puñalada trapera se la dio el grupo municipal del PSN, que desde el inicio de legislatura acogió con disgusto el pacto municipal suscrito por las cúpulas del PSN, NaBai e IUN, con el fallecido Carlos Chivite como firmante. Pero el impulso final a la iniciativa viene seguramente de más lejos: el Paseo de Sarasate de Iruñea, o quizás la calle Ferraz de Madrid. El permiso solicitado largamente a la dirección del PSOE por sus ediles en Barañain ha tenido respuesta positiva tras las elecciones del 9 de marzo, que constataron que el PSN no ha perdido fuerza pese a dar el Gobierno navarro a UPN en agosto. Pese al «agostazo».
El portavoz del PSN, Ángel Arrondo, ni siquiera se molestó ayer en exponer algún motivo político de fondo que justificara este «abrilazo». Y menos aún la dirección del PSN, que se limitó a enviar a Barañain a uno de sus dirigentes, José Luis Izco. UPN, como gran beneficiado, puso algo más de empeño; allí estuvieron un par de decenas de militantes junto al eurodiputado Javier Pomés, el diputado Carlos Salvador o el ex edil de Iruñea Eradio Ezpeleta, que se rompieron las manos aplaudiendo al nuevo alcalde, José Antonio Mendive. Por parte de NaBai, Patxi Zabaleta, Maiorga Ramírez y Uxue Barkos se convirtieron en testigos mudos de lo irremediable. La coalición ya ha adelantado que no responderá con la misma moneda al PSN en otras localidades como Burlata.
La emoción de Luqui
El ambiente que rodeó al pleno tuvo poco que ver con el vivido anteayer en Arrasate o Atarrabia, cuando los «acusados» eran los concejales de ANV. Sólo una persona interrumpió el acto en repetidas ocasiones con gritos de «mentira» o «falso» -cuando se leía la exposición de motivos de la moción de censura- o con increpaciones de «vendidos» o «de socialistas no tenéis ni el nombre», dirigidas al PSN. Izco, sentado justo detrás, ni pestañeó. Tampoco los cuatro concejales, que se limitaron a ejecutar la sesión como un trámite. De hecho, su portavoz, que presidía la sesión por ser el concejal de edad más avanzada, se limitó a dar un turno de tres minutos a cada grupo. Tres minutos para una decisión que da la vuelta al Gobierno de Barañain.
Sólo la emoción que quebró la voz del hasta ahora alcalde, Floren Luqui, cuando daba las gracias a sus compañeros de grupo y a sus familiares, permitió descubrir que en la sala había más simpatizantes de Nafarroa Bai. Su despedida fue saludada con aplausos y gritos de «Aupa Floren» por algunas personas. Supuso un pequeño desagravio para el joven primer edil, situado por UPN y PSN como centro de la diana de esta moción de censura. En el texto que la sustenta se le atribuyen «incapacidad» o «suplantación de atribuciones». Desde el entorno de UPN se le llegó a acusar en su día de llevar un colgante de Segi; él precisó que se trataba únicamente de una estrella.
Nada más consumarse su relevo, el ya ex alcalde no dudó en levantarse para felicitar a su sucesor, Mendive. Antes también se había incorporado en dos ocasiones para pedir silencio a la simpatizante de NaBai que increpaba a UPN y PSN.
«Demokrazia zero» afuera
Mientras Nafarroa Bai se tomaba con filosofía la pérdida de la vara de mando, e incluso con una marcada dosis de autocrítica en la intervención de su portavoz, desde el salón de plenos se escuchaban con nitidez gritos de «Hau ez da demokrazia!». Provenían de decenas de simpatizantes de la izquierda abertzale que se concentraron en la calle para afirmar que en la raíz de este desenlace está la ausencia de una democracia real.
La imagen del exterior transmitía bastante más tensión que la del interior. Un cordón de encapuchados de la Guardia Civil y de agentes especiales de la Policía Foral tenía tomada la Plaza del Ayuntamiento desde mucho antes de que empezara la sesión. Frente a los uniformados armados se extendió una pancarta que decía «Barañainen demokrazia zero» y Santi Kiroga pidió que «nadie se lleve a engaño». En su opinión, lo ocurrido ayer en Barañain evidencia la forma que va tomando en Nafarroa el «fraude» que la izquierda abertzale denuncia hace mucho tiempo: «Mientras en la CAV son el PNV y el PSOE los que pretenden llegar a acuerdos, en Navarra PSOE y PP apuntalan acuerdos para blindar la anexión de Navarra a España y negar el derecho a decidir a su ciudadanía, y el papel que adquiere NaBai es el de intentar aglutinar a los sectores descontentos y maquillar las demandas populares en forma de cambios superficiales, sin riesgo alguno para el sistema establecido», indicó.
Kiroga recordó que la inexistencia de democracia no tiene como punto de partida el día de ayer, sino que ya hace cinco años que la izquierda abertzale está fuera de este Ayuntamiento, «y todos y cada uno de los partidos que componen la Corporación han hecho caso omiso de esta situación y se han aprovechado», les reprochó.
Mendive, a la cuarta
La izquierda abertzale dejó claro que seguirá priorizando la resistencia contra la «extrema derecha», en referencia a UPN. Dentro del salón de plenos, el tono era mucho más suave. El portavoz de Nafarroa Bai, Manolo Burguete, prometió que pese a todo están dispuestos a actuar «con responsabilidad» ante el nuevo Gobierno municipal. Introdujo además la cuestión de ETA para añadir que «UPN y PSN contáis en todo momento con nuestra solidaridad activa».
Mendive agradeció su posición a quienes ayer le dieron la Alcaldía, y también a los que no (NaBai y el concejal de IUN). Y cogió la vara de mando prometiendo diálogo. Todo dentro del guión. Para el primer edil de UPN -más conocido hasta ahora por el incendio que calcinó su ferretería e hizo que su partido reclamara la paralización del proceso de negociación ya en abril de 2006-, se cumple una larga aspiración que siempre se había frustrado por un motivo u otro, hasta en cuatro ocasiones. Hasta que llegó el PSOE.