Floren Aoiz www.elomendia.com
Unidad popular: y sigue y sigue...
Han pasado tres décadas desde la irrupción en la escena política de Herri Batasuna. Tras la Mesa de Altsatsu, esta formación lograría en poco tiempo convertirse en referencia de la izquierda abertzale aportando formas de organización diferentes de las de los partidos convencionales. A lo largo de estos años el proyecto de unidad popular ha conocido fases diversas -ahí están las experiencias de EH y Batasuna-, respondiendo a momentos diferentes. Pero siempre ha existido un compromiso con la construcción nacional y la transformación social, que contrasta con las claudicaciones de muchos de quienes en su día dijeron que jamás aceptarían al rey designado por Franco, ni su autonomía sin derecho de autodeterminación.
Podrían decirse muchas cosas acerca de este largo recorrido, pero en una coyuntura de nuevo recrudecimiento del conflicto y ofensiva para intentar acallar por la fuerza a la izquierda abertzale, es conveniente recordar que estamos hablando de un fenómeno social y político que ha sido capaz de enfrentarse con éxito durante 30 años a la persecución, la guerra sucia, las ilegalizaciones y las prohibiciones. Son cuatro y un tambor, decían algunos que se fueron a casa derrotados mientras la izquierda abertzale seguía y seguía. La ilegalización los hará desaparecer, han dicho otros más recientemente, con las mismas gafas de madera tapándoles los ojos. Hubo un tiempo en el que, obsesionados con repetir la operación EIA-EE-ETApm, todos querían que HB se integrara en el juego político institucional. Eso falló, y ahora juegan exactamente a lo contrario. Han probado de todo, y en más de una ocasión. Pero todo ha fallado.
Ahora bien; esta capacidad de resistencia, que todo analista honesto reconoce, no basta para entender estos 30 años. Más allá de resistir, es evidente una voluntad férrea de traer cambios al país, de abrir nuevos escenarios, de superar el conflicto y traer la paz. Ahora que algunos se sienten tentados a creerse el timo de la eficacia de la represión, harían mejor en tomar nota de la buena salud de la izquierda abertzale. Y, de paso, reflexionar sobre el fracaso de 30 años de criminalización.