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El ciclón de Myanmar recuerda, en lo político también, al tsunami de 2004

Cada día se van conociendo más detalles del efecto devastador del ciclón Nargis, que muchos asemejan al tsunami que en 2004 arrasó Aceh, en Indonesia. Además de las similitudes en la magnitud de la tragedia, el contexto político que rodea a ambas catástrofes tienen más de una similitud entre sí. Si en Aceh, que luchaba por su independencia, el Ejército era omnipresente, en Myanmar gobierna una Junta Militar que se ha visto obligada a abrir las puertas del país.

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Las secuelas del ciclón Nargis en Myanmar cada vez se asemejan más a las del tsunami que en diciembre de 2004 arrasó la región de Aceh en Indonesia y provocó la muerte de 170.000 personas. Al igual que ocurrió entonces, las imágenes aéreas tomadas de Myanmar muestran extensas superficies inundadas y pueblos totalmente arrasados. Testigos relataron que los cuerpos cubren aún los arrozales.

Según las primeras estimaciones de Médicos Sin Fronteras (MSF), el 80% de los edificios han quedado destruidos en las zonas de Daala y Twantey, al sur de Rangún. Algunas partes seguían inundadas bajo un metro de agua. Sus equipos, que «pueden circular libremente» por el país, lograron distribuir raciones de comida para una semana compuestas de arroz, habas secas y aceite a unas mil personas en el área de Twantey, donde, además, la malaria y el dengue son enfermedades endémicas. Por ello, a partir de hoy repartirá mosquiteras impregnadas de insecticida. MSF señaló que, si bien las zonas rurales y urbanas se han visto afectadas, en las primeras, los supervivientes disponen de reservas de alimentos y recogen bambú para reconstruir sus casas. En las ciudades, por contra, dependen de la ayuda exterior porque hay escasez de alimentos y el precio del arroz se ha triplicado.

Labutta, situada al suroeste de Myanmar, y los pueblos vecinos se quedaron prácticamente sin comida y agua potable. Los supervivientes buscaban desesperadamente nueces de coco, ya que su gruesa corteza protege al fruto de las bacterias, algo muy importante debido a que los cadáveres, ya en estado de descomposición, se amontonan junto a los restos de animales. «No sabemos que será de nosotros en el futuro», coincidían los supervivientes.

Relatos y realidades que se asemejan a lo vivido tras el tsunami de Indonesia. Las similitudes, e incluso las diferencias, entre ambas tragedias también se pueden apreciar a nivel político. La Junta Militar birmana se enfrenta a los mismos dilemas a los que tuvo que hacer frente el Gobierno indonesio en aquel momento: ¿Cómo permitir la entrada de ONGs y no la de los periodistas?, ¿cómo limitar la ayuda extranjera sin empeorar la situación de la población? o ¿cómo controlar a la oposición en una situación de caos?

En 2004, el Movimiento Aceh Libre estaba alzado en armas por la independencia. Paradójicamente, el maremoto del 26 de diciembre forzó al Gobierno a rebajar la asfixiante presencia militar y a negociar la paz.

Para Damiento Kinsgbury, profesor australiano especialista en el sudeste asiático, «en Aceh, el Ejército no quería dejar entrar a los trabajadores humanitarios pero tuvo que ceder ante el Gobierno, pero en Myanmar, el Gobierno es el Ejército». «Indonesia estaba y está en proceso de democratización, mientras que la Junta Militar parece que utilizará el referéndum del sábado para maquillar el régimen, mientras sigue apretando las cuerdas», consideró.

La FAO vaticina «escasez de alimentos» por el daño a los arrozales

El Fondo de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) alertó de que el ciclón devastó cinco estados y afectó al 65% de la producción birmana de arroz molido, lo que podría desencadenar «escasez de alimentos localizada» y obligar a Myanmar a importar grandes cantidades de arroz de países vecinos. Ello agravaría seriamente la situación del mercado mundial de este cereal.

En un balance provisional, advirtió de que una bajada de las exportaciones o un aumento de las importaciones en Myanmar podría llevar a una situación peor al mercado mundial de arroz. El ciclón podría haber causado daños a la segunda cosecha plantada en 2007 que, normalmente, es recogida entre abril y junio. Las estimaciones de la FAO para la actual cosecha, de 30 millones de toneladas de arroz, «podrían degradarse algo, una vez que se conocen mejor los daños causados en las zonas afectadas».

Los ciudadanos, mientras tanto, siguen intentado recuperar los servicios básicos con sus propias manos, ya que, por ejemplo, en Rangún, la antigua capital del país, no se ven grúas retirando los postes eléctricos arrancados de cuajo por el viento ni soldados o técnicos recogiendo los cables del tendido o los generadores de alta tensión que están tirados por el suelo desde el sábado.

Por casi todas partes se ven personas con machetes y hachas cortando troncos, algunos descomunales, y vecinos que hacen palanca con unos palos para mover los pesados pilares de cemento del tendido eléctrico.

Ante las acusaciones de que no se avisó del ciclón, la Junta Militar afirmó que alertó tres días antes. GARA

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