Debate en la asamblea nacional sobre las lenguas minprizadas
París promete una ley que no pondrá en cuestión la supremacía del francés
La Asamblea Nacional francesa fue ayer escenario de un debate que llegó a calificarse de «histórico», aunque habrá que esperar al contenido de la ley que la ministra de Cultura prometió sobre las lenguas minorizadas. Por de pronto, la ley no les reconocerá la oficialidad y París tampoco firmará la Carta Europea de Lenguas Minorizadas. En las intervenciones de los diputados se subrayó que «las lenguas regionales son un patrimonio que no pone en riesgo el francés».
Arantxa MANTEROLA | BAIONA
La Asamblea Nacional francesa decidió ayer por primera vez elaborar una ley que permita dotar de un estatus legal a las lenguas minorizadas del Estado.
Si el debate, que fue calificado de «histórico», generó gran interés en las zonas geográficas naturales de dichos idiomas, la gran mayoría de los diputados no lo entendieron de esa forma, ya que apenas unos cincuenta diputados de los 577 que componen la Asamblea Nacional se encontraban en el Hemiciclo; entre ellos, los diputados vas-cos Jean Grenet y Daniel Pou-lou y el de la circunscripción vasco-bearnesa, Jean Lassalle.
La ministra de Cultura, Christine Albanel, abrió la sesión reconociendo que «en la actualidad parece que una mayoría de franceses consideran que es necesario reconocer sus diferen-tes lenguas y organizar su coexistencia».
Albanel destacó que «las lenguas regionales son la prueba concreta de la democracia cultural» y habló de «plurilingüismo interno» subrayando que «Francia es políticamente una y culturalmente plural».
En su discurso, la ministra resaltó la importancia que su Gobierno concede a la investigación de dichas lenguas y recor- dó que no siempre se explotan las posibilidades que existen hoy en día, apuntando como ejemplo de ello que las actas oficiales de las instituciones pueden ser publicadas en la «lengua regional» porque la ley así lo permite. Pidió que el debate transcurriera con serenidad, dado que la lengua «es un componente esencial de la identidad francesa y afecta a lo más íntimo de las convicciones». Los diputados siguieron la recomendación de la ministra, ya que el debate transcurrió sin incidentes ni sobresaltos.
«Patrimonio común»
En todas las intervenciones se destacó la importancia de las lenguas minorizadas «como componente de un patrimonio enriquecedor común», y se defendió con más o menos ahínco la necesidad de dotarlas de un reconocimiento.
Algunos diputados, como el centrista Jean Lassalle, la socialista Marylyse Lebranchu o Marc Le Fur (UMP), pidieron en sus intervenciones que se modifique el artículo 2 de la Constitución francesa que dictamina que el francés es la única lengua de la República, así como que París ratifique la Carta de las Lenguas Minorizadas.
Otro elemento común de todos los discursos fue la permanente reafirmación de que el hecho de dotar de un marco legal a dichas lenguas no compromete en nada la unidad de la República. Frases como «la lengua francesa está en su casa en Córcega como en Alsacia», «el francés tiene que seguir siendo la lengua de la diplomacia y de los Juegos Olímpicos», «hay que defender e impulsar la francofonía en el marco internacional», «la lengua francesa es el alma de Francia» o «la República no está en peligro cuando se habla catalán» pudieron escucharse en diversas intervenciones.
Una de las más cautelosas fue la de Muriel Marland-Militello, diputada UMP de Alpes Marítimos, que al principio de su discurso subrayó la valentía de la ministra de Cultura «ya que legislar sobre las lenguas regionales supone abrir con mucho cuidado una caja de Pandora porque la lengua es uno de los ingredientes de la nación». Se opuso a la oficialización de las lenguas y añadió que una ley es suficiente para defenderlas, proponiendo como pista de actuación la enseñanza, si bien recalcó la necesidad de afectar los medios económicos y pedagógicos necesarios para garantizarla a cuantos deseen aprenderla.
Ley para 2009
Al final de las intervenciones, y como ya había sido adelantado hace unos días el diputado Marc Le Fur en una reunión previa al debate, la ministra de Cultura, Christine Albanel, anunció la elaboración de una ley para 2009 que legalizará las dispo- siciones existentes en la actua-lidad en materia de señaliza-ción o de actas públicas. Dicha ley regulará, asimismo, la enseñanza de la lengua y en las lengua minorizadas aunque, al parecer, sólo se refiere a la ense- ñanza bilingüe.
Albanel dejó claro que no habrá oficialidad para las lenguas minorizadas y que el Estado francés tampoco procederá a la ratificación de la Carta Europea de las Lenguas y, en consecuencia, no se procederá a ninguna modificación constitucional.
Tras el debate, Sebastien Castet, de Euskal Konfederazioa (EK), mostró su decepción porque «ni siquiera han asumido los mínimos que planteábamos como indispensables; a saber, la ratificación de la Carta Europea de las Lenguas Minoritarias y la modificación constitucional para reconocerlas».
Respecto a la ley prometida por la ministra, el representante de EK manifestó que «habrá que esperar a ver lo que da de sí, si bien por lo mencionado en el debate parece que se va a limitar a legalizar lo que en la práctica existe ya, como por ejemplo la señalización bilingüe. También ha hablado de enseñanza en las lenguas `regionales', pero sin mentar siquiera el sistema de enseñanza inmersivo».
En sus declaraciones a GARA, Castet dejó entrever cierta decepción porque ninguno de los dos diputados vascos -Grenet y Poulou- hubiera intervenido en el Hemiciclo. De todos modos, avanzó que cuando se empiece a elaborar el proyecto de ley acudirán a ellos para hacerles llegar sus propuestas y reivindicaciones y «pedirles que las asuman y defiendan».
Por su parte, Thierry Delobel, presidente de Ikas-Bi y de la Federación de Lenguas Regionales en la Enseñanza Pública (FLAREP), que se encontraba ayer en el Hemiciclo parisino, opinó que en lo que afecta a Euskal Herria la ley no aportará grandes avances porque los contenidos son «muy minimalistas». Añadió que «en cambio, para otras lenguas puede ser importante. Es un primer paso».
Delobel, quien participó en un debate en la cadena de la televisión del Parlamento, remarcó que el presentador estaba sorprendido del número inhabitual de preguntas que llegaron al foro, lo que, según él, «es una prueba del interés que suscita el tema de las lenguas regionales».
En la historia de las diferentes repúblicas del Estado francés ha habido 52 intentos de legislar sobre las lenguas minorizadas. Todos los proyectos de ley han sido rechazados. El debate de ayer ha sido el primero que se desarrolla en la V República.
El presidente socialista François Mitterrand incumplió la promesa electoral de oficializar el euskara que hizo en 1981. En 2006, Nicolas Sarkozy afirmó que no aceptaría la oficialidad pero prometió un marco legal garantista para las lenguas.
Resulta sorprendente la evolución de determinados representantes políticos, cuando menos en lo que afecta al aspecto discursivo. Con motivo del debate de ayer, el diputado bretón Marc Le Fur, que ha sido uno de los principales impulsores del mismo, elaboró un manifiesto que ha sido suscrito por varios diputados de su partido -UMP-, entre ellos los tres de las circunscripciones vascas: Jean Grenet, Jean Lassalle y Guy Poulou.
El documento comienza congratulándose de que el primer ministro cumpla la palabra dada sobre la celebración de un debate específico, pero en realidad es una especie de llamamiento dirigido a los homólogos de su propio bando preveniéndoles de lo inadecuado de que el debate se convierta en los «tiras y aflojas habituales denunciando un supuesto ataque a la unidad nacional». Alerta del riesgo de cantonarse en la «ignorancia, en la suficiencia de cierto parisianismo, o en la tolerancia del folklore pero sin admitir la expresión de una identidad».
«Es hora ya de acabar con los clichés facilones y con los desprecios»; «los últimos militantes del ultrajacobinismo se equivocan de combate»; «igualdad no es uniformidad»; «no somos clones»; «el extremismo de unos provoca el de otros»; «la agresividad de unos lleva a replegarse, al comunitarismo y a la violencia»... Son frases del manifiesto que, hace pocos años, sería impensable que fueran suscritas por algunos de los firmantes de hoy.
A principios de año hubo un incidente en la Asamblea Nacional al intentar que la propuesta del diputado Le Fur para modificar el artículo 2 de la Constitución no se tratara. El primer ministro, François Fillon, prometió entonces el debate que tuvo lugar ayer.