Victoria Mendoza Psicoterapeuta
Ironías de la vida en Euskal Herria
Es irónico que partidos políticos que permiten la tortura y que cometen todo tipo de terrorismo político perversa, intencionada, consciente y descaradamente se jacten y hablen de ética y de moral, de libertad o de democraciaEs irónico saber que Baltasar Garzón, en su libro «El alma de los verdugos», menciona los testimonios de víctimas de la dictadura Argentina, cuando ni él ni el Estado Español admiten que aquí existe actualmente la tortura como una forma más de represión, además de la larga lista de conculcación de derechos humanos hacia un sector determinado, concretamente la izquierda abertzale.
Es irónico que haya un homenaje a las víctimas de terrorismo, sin considerar en su totalidad a todas las víctimas, como pueden ser presos políticos dispersados, torturados y toda la gente que injustamente está siendo detenida, criminalizando incluso sus ideas y su trabajo a favor de la defensa de todos los derechos humanos de todos los vascos.
Es irónico denunciar atentados, cuando no se denuncian detenciones y juicios sin argumentos legales suficientes, ni la gran lista de arbitrariedades políticas.
Es irónico saber que a un asesino, violador o algún político que comete enormes fraudes económicos se le condena a cuatro o cinco años de cárcel, mientras que a una persona que no ha cometido delito alguno se le condena a diez o veinte años por acusaciones absurdas y descabelladas por el sólo hecho de ser de la izquierda abertzale.
Es irónico que partidos políticos que permiten la tortura y que cometen todo tipo de terrorismo político perversa, intencionada, consciente y descaradamente se jacten y hablen de ética y de moral, de libertad o de democracia.
Es irónico que se mienta al pueblo diciendo haber acabado con ETA, cuando lo que están demostrando es que han creado nuevas ETA y provocado aún más terror.
Es irónico decir que quieren acabar con el terrorismo y con el conflicto vasco, cuando no existe la mínima intención de actuar inteligentemente, de dialogar ni de acabar con los verdaderos motivos de dicho conflicto.
La violencia y torpeza política generan violencia y descontrol social (acción-reacción), y creo sin temor a equivocarme que en estos momentos los políticos ya no tienen el control, los problemas han sobrepasado a sus capacidades políticas y están desorientados, no saben bien como reconducir todo lo que han provocado sus pésimas estrategias, sus inmaduras y mediocres acciones.
Han dividido al pueblo, lo han enfrentado, eso les interesaba, pero no contaban con que también los suyos se les rebelarían, perdieron poder y control con su gente, y además han perdido credibilidad a nivel internacional.
Puedo mencionar más ironías de la vida política en el País Vasco, pero lo que ahora necesitamos es un período muy corto y muy intenso de reflexión, planear, organizarnos y decidir entre todos cómo podemos acabar con el caos político que han provocado nuestros políticos. Tal vez, irónicamente, todavía es posible volver a confiar en ellos, si demuestran el mínimo respeto hacia todos los ciudadanos, si terminan con todas las injusticias y si permiten que sea el pueblo quien realmente decida sin presión y con justa libertad su futuro político y social. El pueblo vasco se merece eso y mucho más.