ALPINISMO Pirineos
«Stupeurs et tremblements», escaladores navarros en acción
Mikel Zabalza y Manu Córdova se hacen con la primera repetición de «Stupeurs et tremblement», en la Peña de Sin: 450 m, 7c/c+. Mientras, Unai Mendia y David López se llevan la primera en libre y a vista.
Andoni ARABAOLAZA | DONOSTIA
El pirineísmo de alta dificultad ha vivido hace escasas fechas otro gran capítulo. En esta ocasión, nos trasladamos hasta el Pirineo aragonés, a la Peña de Sin. Este espectacular marco de caliza, con un gran potencial para aperturas de vías, apenas ha tenido visitas de consideración. Una de ellas, la que relatamos a continuación, llegaba desde la otra vertiente. Antes de que el verano tomara forma en el 2006, tres pirineístas de vanguardia franceses abrían Stupeurs et tremblements; a la postre, una auténtica joya, tal y como nos confirman los protagonistas de esta crónica. Los arquitectos y peones de esta gran obra eran J.L. Gontie, R.H. Barthez y C. Ravier.
El trío se estaba escapando de la lluvia y el viento que azotaba la vertiente norte de la cordillera; y, en gran medida, acertaron. Los escaladores franceses se acercaron a la pared del Sin de la Peña Arties y, tras realizar un gran trabajo sin la utilización del martillo, abrían la nueva vía, que llevaría el nombre de Stupeurs et tremblements. Una línea de 450 metros de recorrido y dificultades en libre de 7a+ y A3 de artificial. Según uno de sus aperturistas, el omnipresente Ravier, la ruta no tiene nada de desperdicio: «La vía propone una escalada de gran belleza, muy variada y sobre roca de buena calidad. No cabe duda de que la Peña de Sin no ha desvelado todos sus secretos».
Desvelar o no sus secretos, la cuestión es que dos años después de que esta propuesta viera la luz, otros dos pirineístas de vanguardia, Manu Córdova y Mikel Zabalza, no pudieron más que rendirse a la máxima expresión que ofrecía el croquis de la vía Stupeurs et tremblements. Córdova, representante de la nueva generación, y Zabalza, de la vieja guardia, mantienen vivos los mismos principios que rigen el pirineísmo de gran dificultad. Y, sin otra historia que la de intentar repetir la vía, se presentan en la base de su objetivo.
Sabían que consta de 13 tiradas y dificultades de 7a+ y A3, pero desconocían si contaba con alguna repetición. Según señala Zabalza, llevaba tiempo con ganas de hincarle el diente: «El nombre y el croquis de esta vía nos produce una motivación tan fuerte como el temor que nos da traducir su significado (estupor y temblores) y su dificultad. Manu y yo nos conocimos escalando en la olvidada e infravalorada Peña de Sin. En aquella ocasión, la Stupeurs nos pareció demasiado dura, y optamos por escalar la Dopee au magret; cómo no, otra vía del maestro Ravier».
Durante el pasado marzo, la cordada se metía de lleno en la vía; eso sí, sin saber si era posible escalarla en libre. Desde el primer momento alucinan con la calidad de la línea, pero les queda un duro trabajo, y es que tienen que pitonar varios pasos de artificial así como el 7a+ del cuarto largo, donde se encuentran un espit pero sin chapa. Terminan la vía después de ponerla a punto para una posible liberación; un reto que a los dos les tienta demasiado, ya que ven bastantes posibilidades.
Córdova y Zabalza volvieron a la carga el pasado día 1. Estaban entusiasmados con la ruta: «Nos cambiamos los largos respecto a la anterior vez para que ambos pudiésemos hacer todas las tiradas de primero. Liberamos el A2 del quinto largo (7b+), y el siguiente de A3, que es una tirada de techo con chorreras y tacos que te hace pensar en Rodellar pero sin parabolts. Es un largo increíble de roca perfecta y muy mantenido: un buen 7b».
Pero por delante tienen un A1 en el octavo largo que no podrán escalarlo en libre; el único tramo pendiente por liberar. Un diedro desplomado con una de las paredes completamente lisa. No lo sacan en libre, y creen que su dificultad rondará por el 7c/c+. A partir de ahí, con largos soberbios entrelazados, Córdova y Zabalza terminan la vía. 13 largos, con grado obligado de 7a sin martillo: 7a, 7b, 6c, 7a+, 7b, 6a+, 7c/c+, 7a, 6c+, 6b+, V, V. «Es una gran vía, con todos sus componentes de exposición y dificultad. Con líneas como esta, la escalada está todavía muy lejos de ser algo virtual. Sin temor a equivocarnos o a ser exagerados, nos atrevemos a decir que, por su longitud, calidad, dificultad y compromiso, es una de las mejores vías del Pirineo».
En libre y a vista
Los aperturistas franceses presentaron la joya, y la cordada Córdova-Zabalza se ha llevado la primera repetición y la han puesto a punto para una liberación. Sólo restaba ese último aspecto: la escalada en libre en la totalidad de la Stupeurs et tremblements. Justo un día después de ese intento en libre, el pasado día 2, llegaba el punto rojo a la vía.
El artífice de este rotpunkt ha sido Unai Mendia. Escalaba junto a David López, pero al riojano se le atragantó el mismo largo, el octavo de A1 (7c/c+), que tampoco pudieron sacarl sus antecesores. Además, en el caso del navarro, todos los largos los resolvió a vista.
Mendia tampoco tenía reparos en elogiar la vía de la Peña de Sin: «Tener la visión como la que tuvieron el trío francés es realmente impresionante. Es una línea que no tiene ningún desperdicio; sólo con adelantarte que escalas unas magníficas chorreras metiendo friends, pues te digo todo. La línea es muy mantenida, y, como se sabe, el grado te lo da cuando estás metiendo el material».
Dicho esto, no podemos dejar de mencionar que esta liberación viene precedida de un gran trabajo, el realizado por Córdova y Zabalza. El mismo Mendia no tiene reparos en afirmarlo: «El verdadero mérito tienen los aperturistas, pero tengo que afirmarte que Mikel y Córdova nos lo dejaron muy fácil. Fueron poniendo los clavos, ya daban información de los largos en libre... Nosotros íbamos casi con lo puesto, y, por lo tanto, no te comes tanto la cabeza. Sin esa información del grado la sensación hubiera sido más dura. El diedro de A1 fue muy duro, ya que un lateral era sin pies y yo lo saqué literalmente arrastrándome».