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Euskadi sí es una parte subordinada de España

Sin ir muy lejos en el tiempo (1 de febrero de 2005) se puede comprobar que las Cortes sí pueden despachar con un `no' y sin negociar las propuestas que se le hacen por parte de la sociedad vasca.

Iñaki IRIONDO

Juan José Ibarretxe cuenta que cada mañana, cuando se ducha, se echa unas gotitas de optimismo para afrontar el día. Bien está si no se cae en la sobredosis. Pero, visto lo visto, insistir todavía en que el acuerdo con el Gobierno español es posible suena a refugio para no desvelar a la sociedad vasca cuáles son los próximos pasos que va a proponer.

En una de las entrevistas publicada todavía anteayer, el lehendakari afirmaba que «querer es poder». Esa fue, precisamente, una de las cuestiones que el actual presidente del EBB, Iñigo Urkullu, abordó en su discurso de toma de posesión. «Se suele decir que querer es poder. Lamentablemente no es cosa cierta. Puede uno querer lo imposible, y no alcanzarlo por eso mismo. Puede uno querer lo posible y no conseguirlo por errores o limitaciones propias», sostuvo Urkullu en el Euskalduna con bastante sentido común.

Cuando todavía era vicelehendakari, Juan José Ibarretxe tenía entre sus frases favoritas la de que «los vascos no seremos nunca lo que no queramos ser». Ahora insiste más en la idea de que «Euskadi no es una parte subordinada de España», a lo que añade que «al igual que el Parlamento Vasco no puede imponer sus decisiones a las Cortes, tampoco las Cortes pueden despachar con un 'no' y sin negociar las propuestas que se les hacen por parte de la sociedad vasca».

Sobre la primera frase, la de lo que seremos los vascos y las vascas, un miembro del EBB me explicó, medio en broma medio en serio, que la clave estaba en el tiempo verbal. Ibarretxe hablaba en futuro. Pero la afirmación «Euskadi no es una parte subordinada de España» está en un presente tan grande como engañoso. Por eso, sin ir muy lejos en el pasado (1 de febrero de 2005) comprobaremos que, en contra de lo que dice el lehendakari, las Cortes sí pueden despachar con un `no' y sin negociar las propuestas que se les hacen por parte de la sociedad vasca. Porque hoy por hoy, Euskadi sí es una parte subordinada de España. Y lo es porque hace treinta años el PNV aceptó que así fuera, admitiendo la partición de Hego Euskal Herria y un Estatuto para la CAV que permitía que el Estado tuviera capacidad de veto sobre las decisiones de la sociedad vasca. El lehendakari no puede hacerse ahora el sorprendido si el presidente del Gobierno español le recuerda que es Madrid quien tiene la última palabra. Fue el marco que su partido pactó y durante años ha defendido.

Si de verdad el lehendakari apuesta ahora por un cambio hacia un marco verdaderamente democrático, lo primero que habrá de hacer es admitir que, al menos de momento, no hay acuerdo posible ni con Madrid ni con los partidos que lo representan en Euskal Herria. Y que como no basta con querer, habrá que crear las condiciones necesarias (acuerdo entre todos en Euskal Herria, sin límites y respetado por el Estado) para poder cambiar el marco. Para eso no valen los conejos sacados de la chistera. Es preciso el trabajo discreto y constante de búsqueda de acuerdos, de superación de las dificultades, con las fuerzas que apoyan ese cambio.

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