CRíTICA cine
«Una palabra tuya»
Mikel INSAUSTI
Existe un debate sobre la mala promoción de la producción propia, en contraste con la poderosa maquinaria de marketing de que dispone la industria de Hollywood para penetrar en todos los mercados. «Una palabra tuya» es la prueba fehaciente de que los malos resultados en taquilla suelen deberse a una falta de fe en el producto que se tiene entre manos, como si hubiera que camuflarlo de otra cosa distinta de lo que realmente es.
En la sesión a la que acudí pude comprobar la decepción de algunos espectadores que se sentían engañados, pues esperaban ver una comedia de humor costumbrista y se encontraron con algo mucho más cercano a un dramón. Había unas señoras que, cuando el portero les preguntó si les había gustado, contestaron compungidas: «no, es muy triste». La culpa la tiene un trailer engañoso que solamente muestra los momentos alegres de la película, que dentro del largometraje son breves y referidos a la mera ilustración de la cotidianidad más efímera. También contribuye a la confusión el hecho de que la actriz Esperanza Pedreño sea esclava de su imagen televisiva, como la risible friki de «Camera Café». Por el contrario, en «Una palabra tuya» le toca asumir la personalidad más trágica y sobrecogedora. Y, por último, está el desconocimiento de la novela de Elvira Lindo, a la que el público mayoritario asocia con cuentos y relatos infantiles, sin tener en cuenta que también domina la narración para adultos, y en un tono no precisamente complaciente.
El libro de Elvira Lindo sobresale por la hondura con la que retrata unos personajes aparentemente insignificantes, porque los barrenderos son los parias de nuestra sociedad, aquellos en los que nadie se fija, como si no existieran, como si la basura la recogiesen seres invisibles. La autora nos recuerda que son personas tan complejas como las que más y, desde luego, con una vida nada fácil. El que haya elegido como protagonistas a dos mujeres supone un plus de sensibilidad a la hora de mostrar el interior de estas operarias de la limpieza urbana, que ha hecho a Ángeles González-Sinde sacar su lado descriptivo más dramáticamente desgarrador. La dura historia de Rosario y Milagros, dos chicas que comparten su dolorosa soledad, nos devuelve a la tremenda guionista de «La buena estrella», con el añadido de una realización igual de extrema en su radiografía de quienes han de soportar una realidad injusta.
La estructura narrativa de «Una palabra tuya» se articula en torno a un suceso terrible, de esos que aparecen en las noticias y le dejan a uno con mal cuerpo para todo el día. Al abrir la película, el espectador todavía no sabe de qué se trata, tampoco cuando reaparece hacia la mitad, pero sí en su relación directa con el desenlace. Es un suspense inteligente que facilita la comprensión del trance por el que atraviesan estas chicas, aunque inicialmente no seamos conscientes de ello.
La definitiva identificación con su sufrimiento viene dada por unas interpretaciones de Goya, especialmente la de Malena Alterio, a la que por fin le han brindado un papel principal acorde con su enorme talento para las composiciones naturalistas. Es imposible no enamorarse de su entrañable personaje, a pesar de que no trata bien a la compañera, debido a la sumisión de aquella. Hay que comprenderla en su insatisfacción, abandonada por el resto de su familia al cuidado de una madre con demencia senil, y atrapada en un amargo presente que no debería ser el suyo. Ella se merece un futuro mejor y un final esperanzador.
Directora: Ángeles González-Sinde.
Guión: A. González-Guinde sobre la novela de Elvira Lindo. Producción: José Antonio Félez y Antón Reixa. Intérpret: Malena Alterio, Esperanza Pedreño, Antonio de la Torre... Música: Julio de la Torre. Género: Drama intimista. País: Est. español, 2008. (100 mts).