Gimnasia rítmica Final individual femenina
Despedida por la puerta grande
La gimnasta gasteiztarra Almudena Cid consiguió otro diploma olímpico en una prueba que coronó a la rusa Evgeniya Kanaeva
Jon ORMAZABAL | GASTEIZ
Tras amarrar la cinta con el pie en el último movimiento de su último ejercicio, Almudena Cid se levantó, se inclinó y volvió a besar el tapiz que tantas alegrías y esfuerzos le ha generado. Se repitió la escena del viernes, pero en el que finalmente sí fue su adiós definitivo no hubo lugar para las lágrimas. La emoción ya la había descargado la víspera, cuando creyó que las jueces le dejarían sin cuarta final. Ayer el rostro de la gasteiztarra sólo dibujaba una sonrisa y tenía motivos para ello, ya que consiguió aumentar su leyenda con otro diploma olímpico que le concedió su octavo puesto, igualando su actuación en Atenas, en su cuarta final consecutiva.
En una jornada en la que los nervios se notaron con muchas imprecisiones entre las participantes, incluso entre las favoritas, Almudena Cid acabó en octavo lugar, por delante de las representantes de Bulgaria e Israel, con un total de 68.100 puntos. Era donde podía llegar la gasteiztarra, que sólo tuvo delante a gimnastas reputadas, respetadas por el jurado y para las que no hay fácil alcance. Osciló durante toda la jornada entre el el séptimo y el noveno puesto y terminó octava.
La gimnasta vasca mantuvo el duelo directo con sus adversarias directas mientras las favoritas prolongaron su particular lucha por las medallas. En esto, el papel de los jueces, como siempre, fue determinante.
La rusa Kanaeva se erigió en la nueva reina de la disciplina. Fue ella, y no su compatriota Olga Kapranova, la que heredó el trono olímpico de Alina Kabaeva, la dominadora de los últimos años. Nadie frenó el impulso de esta joven de dieciocho años, la nueva sensación de Rusia, que sorprendió en su irrupción en la temporada.
Beijing fue su consolidación. Ya muchos la consideraban como favorita por excelencia. Correcta y flexible, sin caer en el contorsionismo, fue firme desde el principio, desde la fase de clasificación.
En la final siempre fue en cabeza. La campeona de Europa tuvo amarrado el oro casi desde el principio ya que fue más regular que sus adversarias. Kapranova estuvo imprecisa y con errores de bulto, especialmente con las mazas, que la tuvieron en vilo durante la competición.
Y eso que los jueces fueron comprensivos con la que partía como gran candidata al oro olímpico. No lo fueron tanto con la ucraniana Anna Bezsonova, que tuvo el reconocimiento del público y que obligó a una revisión del jurado, también en la tercera rotación, que fue calificada de insuficiente por los presentes.
La situación llevó a la rusa y ucraniana a un particular duelo por lograr espacio en el podio y las calificaciones se demoraron insospechadamente. La gran beneficiada fue la bielorrusa Inna Zhukova que, en plena pelea de las favoritas, se situó en el segundo puesto y alcanzó la plata.
Unida a la gimnasia
Cerrada su participación, Cid reconoció que le gustaría seguir ligada a la gimnasia, aunque haya cosas que no le gusten. «Quisiera seguir vinculada a la gimnasia pero no con las personas que en un momento dado han intentado frenar mi carrera deportiva. Desgraciadamente, ahora siguen en activo. Prefiero hacer cosas que me den más satisfacciones que trabajar con toda mi alma para que mejore la gimnasia y no ver resultados».
«Yo quisiera seguir vinculada a la gimnasia pero no con las personas que en un momento dado han intentado frenar mi carrera deportiva. Desgraciadamente, ahora siguen en activo. Y yo prefiero hacer cosas que me den más satisfacciones que trabajar con toda mi alma para que mejore la gimnasia y no ver ningún resultado», declaró la gimnasta gasteiztarra.
«Creo que merecía esto y lo dudaba, pero en el momento en el que tenía que estar he estado y muy bien. El público ha estado muy bien a pesar de que he quitado uno de los puestos a la competidora china. El diploma olímpico es un cierre a mi carrera deportiva muy feliz y con un broche final muy bonito», afirmó.