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Txetxu Aurrekotxea Militante de Eusko Alkartasuna

Selecciones deportivas de Euskal Herria y otras cuestiones colaterales

Unos decían que tenía que llamarse Euzkadi, porque así se llamó en los años 30, y otros decían que debería denominarse Euskal Herria. Sí señores, hace cerca de 30 años ya se planteaba esta denominación Hoy vuelven con el nombre de la selección de fútbol, ayer con la confesionalidad o no de las ikastolas, el euskara batua como lengua de comunicación, el himno, la bandera y el escudo nacional de los vascos, el Día de la Patria y un largo etcétera

La historia vuelve a repetirse y los que tenemos ya una cierta edad hemos visualizado en los diferentes momentos que nos ha tocado vivir las razones de lo que desde el mismo espectro político se nos ha venido haciendo e imponiendo.

Hoy vuelven con el nombre de la selección de fútbol, ayer con la confesionalidad o no de las ikastolas, el euskara batua como lengua de comunicación, el himno, la bandera y el escudo nacional de los vascos, el Día de la Patria y un largo etcétera, que en un momento determinado patrimonializaron, haciendo caso omiso a otras alternativas políticas existentes en nuestro país, trasladando miméticamente sus ideas de partido a toda la ciudadanía, pasando el rodillo de «su democracia».

Eran épocas, donde, desde la elección del presidente del Athletic y otros clubes deportivos, pasando por el responsable de una determinada comunidad de propietarios, o el nombramiento del párroco de turno, todo tenía que pasar por la Gran Vía de Bilbo.

Bien es verdad que esto, poco a poco, está cambiando. Pero algunos todavía creen que nuestra patria es de su propiedad; y todas aquellas personas que discrepan, ¡a la hoguera!, como si de cualquier inquisición moderna se tratara.

Cuando en el año 1979 se tuvo la osadía de organizar un partido de fútbol entre la selección vasca y la irlandesa, se planteó la misma cuestión que hoy a la hora de elegir la denominación de la selección. Unos decían que tenía que llamarse Euzkadi, porque así se llamó en los años 30, y otros decían debería denominarse Euskal Herria. Sí señores, hace cerca de 30 años ya se planteaba esta denominación. Entonces se llegó al consenso-imposición de que se llamase Euskadi, ya que, dado que el partido era organizado por las ikastolas y la Real Academia de la Lengua Vasca-Euskaltzaindia, no se podía permitir que se escribiese el nombre de la selección con grafía incorrecta.

Esto, curiosamente, se repitió a la hora del debate del Estatuto de Autonomía de Gernika, y algunas personas conocen los cientos de horas que se utilizaron (perdieron) en el Hotel Alcalá de Madrid para denominar al país: si Euzkadi o Euskadi.

Pero volviendo al partido de la selección de 1979, también se dio otro debate intenso en relación al himno vasco, que había que interpretar al comienzo del encuentro. Recordar que los himnos que se proponían pasaban por el «Gora ta Gora», himno de un partido, el «Jeiki Jeiki» y el «Gernikako Arbola». Después de muchas reuniones, se llegó no sé si también al consenso-imposición de que el himno fuera el Gernikako Arbola. Hay que recordar que el partido mayoritario entonces todavía no había impuesto vía parlamentaria su «himno a lo mudo», es decir, con música pero sin letra.

En el caso del himno vasco, el «Gernikako Arbola», a interpretar al inicio del partido entre las selecciones de Euskadi y Eire, la prohibición vino de parte del gobernador civil de turno, que cuando ya estaba la Banda de Música Municipal de Bilbo en el césped de San Mamés, tuvo que retirarse sin poder hacerlo.

Y los que ahora nuevamente se rasgan las vestiduras por esta cuestión del nombre de las diferentes selecciones nacionales, cargando las tintas contra los valientes jugadores que han defendido lo que muchos y muchas creemos debe ser, no han movido un solo dedo, no han tratado de dar respuesta al abuso e imposición que las autoridades del Gobierno del Estado realizaron, hace ya muchos años, en relación al escudo del Gobierno Vasco.

Muchas personas recordarán cómo era el escudo, acuartelado en cruz, correspondiendo el primero, el segundo y el tercero a Araba, Gipuzkoa y Bizkaia, y correspondiendo el cuarto a Nafarroa. Pues bien, un buen día, con el argumento de que en el cuarto cuartel estaban las cadenas de las Navas de Tolosa, representando a la Comunidad Foral de Navarra, éste debería desaparecer. Y bien que desapareció, de manera inmediata y fulminante, sustituyéndolo por un borrón de tinta roja, sin que nadie tomase ninguna medida al respecto.

Se debe saber que, además de en la sexta merindad, con razón más que de sobra, existen cientos de ciudades, comunas y departamentos con las cadenas del escudo de Nafarroa, sin que haya existido denuncia alguna por tal motivo.

¿Por qué al Gobierno Vasco, en lugar de aceptar inmisericorde tal decisión, insisto, echando un borrón de tinta roja sobre el escudo, no se le ocurrió colocar la efigie de San Miguel de Aralar que, por cierto, en muchas puertas de domicilios abertzales está colocada con la leyenda «Mikel gurea zaizu Euskalherria»? O, si esto era muy vaticanista, ¿por qué no haber colocado el arrano beltza, que quizá hubiera contentado a la mayoría patriota?

En este caso, señoras y señores parlamentarios, aún están a tiempo de proponerlo y aprobarlo y dar respuesta a tal atropello.

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