Tras los dos primeros cadáveres rescatados el sábado en el Atlántico, los equipos de rescate brasileños y franceses que trabajan en la búsqueda de los restos del avión de Air France estrellado el pasado lunes recuperaron ayer un total de quince cuerpos más, lo que eleva a diecisiete el total de cadáveres localizados.

El teniente coronel Henry Wilson Munhoz, de la Fuerza Aérea de Brasil, indicó que la Marina de su país rescató nueve cuerpos, mientras que los otros ocho fueron recuperados por la fragata francesa «Ventose», que también opera en la zona. Estos efectivos han recuperado además «centenares» de objetos que pueden ayudar a desvelar las causas del accidente.

Munhoz destacó que entre los objetos recuperados del mar hay «asientos con la marca Air France y máscaras de oxígeno», aunque subrayó que su prioridad es «el rescate de cuerpos».

El sexo de los dos primeros cadáveres, hallados el sábado, es masculino. Sin embargo, las autoridades decidieron no revelar el sexo de los tres cuerpos recuperados ayer y tampoco el estado de los mismos, «porque no es de interés público».

Los cuerpos se encontraban ayer a bordo de la fragata «Constitución», a la espera de ser trasladados hasta el archipiélago de Fernando de Noronha, a unos 800 kilómetros del lugar del accidente. Una vez en las islas, un avión llevará los cuerpos hasta Recife, donde se ha habilitado un depósito de cadáveres.

Prudencia en París

Las autoridades francesas no se atreven aún a esclarecer las causas del accidente. El secretario de Estado de Transportes afirmó ayer que «por el momento, no se puede destacar ninguna hipótesis». Pese a todo, detalló una serie de circunstancias que pueden estar en el origen de la catástrofe, como que se helaran los captadores de velocidad al paso por una zona de turbulencias. Esto podría haber modificado la velocidad y provocar que el avión se desgarrara.

Por otra parte, fuentes de la compañía Airbus anunciaron que acelerarán la sustitución de las sondas anemométricas en su modelo A330. Según el diario «Jornal du Dimanche», el problema de esas sondas se conocía desde 1996.