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Elecciones al Parlamento Europeo

Preocupación en el PNV por los resultados y el futuro

 Hay tres problemas que saltan a la vista: decreciente incidencia en los mayores nucleos urbanos, competencia cuando la izquierda abertzale recobra la legalidad y falta de un líder que trascienda los límites del partido.

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Iñaki IRIONDO

El PNV cierra el angular de su cámara para fotografiar sólo una parte del país y darse así por vencedor, pero incluso esa limitada visión no puede dejar fuera la existencia de problemas de base que están horadando la tradicional fortaleza electoral jeltzale.

Los datos que ofrecieron las urnas el pasado domingo han suscitado preocupación en el seno del PNV y de sus órganos de dirección, a pesar de que oficialmente se insista en elementos positivos, tales como la victoria en la CAV y la obtención de un europarlamentario.

Antes de entrar en otro tipo de consideraciones conviene llamar la atención sobre el hecho de que el PNV se ve a sí mismo como un partido vascongado. En sus consideraciones, incluso en las que deja por escrito el presidente del EBB, Iñigo Urkullu, no se hace referencia alguna ni a los 3.601 votos de Nafarroa ni a los 3.101 obtenidos en Lapurdi, Nafarroa Beherea y Zuberoa. Y obsérvese, por cierto, que aunque en números absolutos ambos datos son muy similares, en realidad el peso electoral del PNV es hoy por hoy mucho mayor en Ipar Euskal Herria, 3,3% del voto, que en Nafarroa, 1,78%.

Pero nada de esto se refleja en las reflexiones públicas de los dirigentes del PNV, para quienes la «Euzkadi, patria de los vascos» se circunscribe a Araba, Bizkaia y Gipuzkoa.

Y es que sólo así Iñigo Urkullu puede preguntarse y responderse en su blog «¿Quién ha ganado las elecciones? En Euskadi, el PNV». En realidad, en Euskal Herria, a ambos lados del Bidasoa, ha ganado el PSOE-PS. Otra cosa es que un partido que se llama nacionalista vasco no quiera verlo y limite todos sus análisis a una comunidad autonómica puesto que, de hecho, hace tiempo que limita su actividad política a ella.

Con esa perspectiva autonómica, Urkullu se queja de que «a pesar de ganar elecciones, todo el mundo, o casi todo el mundo, intente desacreditar los resultados obtenidos por nuestro partido». Lamenta que determinados medios de comunicación no constaten suficientemente la victoria en votos del PNV... en la CAV. Después reconoce que no son los mejores resultados electorales, pero trata de ofrecer motivos para explicar que tampoco son malos.

Denuncia la polarización de la campaña entre PSOE y PP, con cuestiones que nada tienen que ver con Europa como los «reproches, chismes y acusaciones» sobre «trajes y aviones». Además, a su entender, con la crisis «la ciudadanía ha hecho poco caso a la campaña». A todo esto debe sumarse que la gente no ve la utilidad de estas elecciones por la lejanía de la institución.

En principio, estas razones deberían influir en cualquier partido que no fuera PSOE y PP, y no todos han bajado ni han perdido peso como le ha ocurrido al PNV. El único dato específico que Urkullu aporta es que «en Euskadi, exceptuando a EAJ-PNV, no ha habido campaña electoral. Toda la vida política y pública se ha querido centrar en los primeros pasos del nuevo Gobierno Vasco. Ante ello, y también para tener hueco en los medios, EAJ-PNV ha tenido que asumir el riesgo de compatibilizar la crítica a la situación actual con los planteamientos para Europa personificados princi- palmente en la persona de Izaskun Bilbao Barandica».

Las únicas preocupaciones que se observan en el análisis de Iñigo Urkullu son que los medios minimizan su victoria y que la abstención ha sido mayor en la CAV que en otras comunidades, «lo cual nos mueve a una reflexión sobre la sociología existente y su comportamiento electoral desde las elecciones generales de 2004».

Ésta es la lectura complaciente de los resultados del domingo, a la que se suman excusas como que la participación de II-SP frente al voto anulado de 2004 contamina los porcentajes, con lo que intentan hacer creer que la caída no ha sido tanta. Sin embargo, los cuadros de este diario tuvieron en cuenta todos los votos hace cinco años y ahora, y lo cierto es que, además de 42.705 votos, el PNV ha perdido un 2,2% con respecto a las anteriores europeas.

También es constatable que, aunque no sean elecciones comparables, el PSE ha conseguido mantener el porcentaje de voto (añadido el de D3M para poder hacer la comparación correctamente) que tuvo en las pasadas elecciones autonómicas del 1-M, mientras que el PNV ha caído un 5,3%. Se ve que el «robo» de Ajuria Enea no ha sido un acicate para que el electorado jeltzale se sintiera en la necesidad de mostrar de manera contundente su fortaleza electoral, lo que no deja de ser un indicador en una formación que siempre se ha querido definir como un movimiento social y un sentimiento profundo, pero que cada vez ofrece síntomas más claros de que se está convirtiendo en un partido más.

Y esto lo está viendo la dirección jeltzale y también un buen número de cuadros cualificados de la estructura del PNV, que miran los resultados con mucha mayor preocupación que la que expresan en público. Analizan con inquietud la pérdida cada vez más constatable de influencia en los mayores nú- cleos urbanos. Donostia y Gasteiz las perdieron hace años, pero es que en Bilbo el PSE se ha quedado a escasos 363 votos del PNV. De todos es conocido que Iñaki Azkuna arrastra un voto que no es específicamente abertzale y que resta a PSE y PP, por lo que cuando se retire el PNV puede encontrarse con un serio problema también en las elecciones municipales.

Oficialmente el PNV ha hecho como que no ha visto los resultados de Iniciativa Internacionalista, pero en otros ámbitos ya han dejado constancia de su preocupación en una doble dimensión. Por un lado, los jeltzales son conscientes de la fortaleza que una izquierda abertzale legal ha demostrado en todas las elecciones municipales y forales, incluso en las condiciones más adversas. Y no cabe olvidar que la próxima cita electoral, en 2011, será local. Por otro lado, una izquierda abertzale u otro tipo de opción a la izquierda del PNV compitiendo con fuerza obligaría a los jeltzales a un realineamiento de sus propias posiciones.

Por último, también se observa con intranquilidad la falta de un líder mediático -como era Juan José Ibarretxe- que pueda trascender los límites del partido. No es que se dude de la valía de Iñigo Urkullu, pero éste es un hombre que debe mantener un liderazgo de puertas para adentro, entre la afiliación, y el PNV precisa de alguien que conecte mejor con la sociedad y, ante todo, con su electorado potencial.

De momento, el «Think Gaur» puesto en marcha tras el susto de 2008 no parece estar dando resultados. Hay quien cree que sobran teóricos y falta corazón.

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